lunes, febrero 10, 2025

Barrio del Carmen: un cóctel de historia y ocio

Redacción

El Barrio del Carmen, que se sitúa en el extremo noroeste del casco histórico, es el más conocido de cuantos posee València. Recibe su nombre de la iglesia y el convento del Carmen Calzado y viene precedido por una bien merecida fama de edén para los amantes de la gastronomía y el ocio mediterráneo. Aunque la oferta de restauración y locales es inabarcable, este barrio es mucho más que eso. Estamos hablando de un área de Ciutat Vella con mil años de historia y con magníficos ejemplos de arquitectura medieval, un rico patrimonio artístico, centenares de anécdotas históricas y origen de un buen número de leyendas locales. Porque el Barrio del Carmen es una combinación perfecta de historia y ocio.

Su historia. Hogar de los gremios más extraños

En el siglo XI, recién terminada la muralla árabe, una zona que quedaba en el exterior de esta construcción poco a poco irá ganando en actividad agrícola. Se irán levantando algunas casas que se unen a las escasas alquerías existentes. Vivir extramuros explica que sea el lugar donde más visibles son hoy los restos de la fortificación islámica, pues el área creció a espaldas de la misma, preservándola e integrándola en sus edificaciones. Es el caso del lienzo y torre encontrados en las inmediaciones de las plazas del Ángel y de los Navarros, así como de la calle de la Cruz. O en el interior del horno Montaner.

Con la conquista por parte de Jaume I, el rey reparte entre sus huestes algunas de las viviendas de esa parte de la ciudad. La zona quedará enteramente bajo la protección de las murallas con la ampliación cristiana de estas, acometida en el siglo XIV. Desde entonces se convierte en refugio para gran parte de los gremios medievales, algunos de curiosas ocupaciones. Els blanquers (curtidores) dieron nombre a la zona de Blanqueries, els caputxers tenían el cometido de confeccionar las capuchas empleadas en los periodos de luto, pero solo els corredors d’orella se dedicaban a pregonar la anunciación de la Virgen. Els velluters (tejedores de terciopelo) tuvieron una importancia crucial, con los innumerables telares que poblaban València y que dieron origen al Colegio Mayor de la Seda, una institución que hoy se puede conocer visitando el Museo de la Seda. Por su parte, els traginers (arrieros) transportaban mercancías y personas fallecidas en sus carros (¡Ay!, la peste hacía estragos.), mientras que els cegos oracioners (también llamados paternosters) eran invidentes que entonaban canciones al ritmo de sus guitarras y vihuelas. ¡Vaya tropa! Seguro que ayudaron a conferir el toquecillo un tanto canalla del Barrio.

Recorre su patrimonio arquitectónico y cultural

El barrio conserva varios de los mejores museos de la ciudad y algunas joyas arquitectónicas. Es el caso del conocido como Portal de la Valldigna, antigua entrada a la morería donde quedaron concentrados los musulmanes tras la toma de la ciudad a manos del Conqueridor.

La Iglesia de San Nicolás de Bari y San Pedro Mártir se ha convertido en un imprescindible de València desde que se recuperaron sus impresionantes pinturas murales en la bóveda, consideradas como la Capilla Sixtina valenciana.

El antiguo Convento del Carmen, origen etimológico de la denominación del barrio, ha sido transformado en el Centre del Carme Cultura Contemporània, moderno centro museístico. Como también es de vanguardia el prestigioso Institut Valencià d’Art Modern (IVAM). La Beneficencia, con sus magníficas colecciones de etnografía y prehistoria, completa el trío de grandes centros expositivos. ¡Qué curioso! Un área milenaria como esta alberga lo mejor que València ofrece en arte actual.

La visita reposada no puede dejar de lado un par de edificios del muy cercano barrio del Mercat. El edificio de la Lonja de la Seda, ejemplo único de estilo gótico civil y destacado como patrimonio de la humanidad por la Unesco, cautiva por las espectaculares columnas helicoidales de su Sala de Contratación y las gárgolas y figuras de sus fachadas.

Otro punto de interés es el Mercado Central, gran santuario local de los productos de proximidad, entre decoraciones modernistas, y considerado el gran escaparate de alimentos frescos de Europa.

También acoge el Carmen las dos únicas puertas de acceso a la ciudad medieval que se conservan: la de Serranos y la de Quart. Antaño echaban el cierre tras la llegada de la noche y el repique de campanas que la anunciaba. Y a quien andaba en distracciones, no le tocaba otra que dormir “a la luna de València”.

¿Sabías que el Santo Cáliz se encuentra en la Catedral de València? ¿Y que también alberga una de las más importantes obras pictóricas del primer Renacimiento Español? ¿Y que en su Museo Catedralicio puedes encontrar lienzos de Maella o Goya? Una subida al Miguelete o conocer la historia de la Virgen del Buen Parto son otras curiosidades que no debes perderte.

Una sucesión de plazas para disfrutar

Además, el Barrio del Carmen, al igual que el conjunto de Ciutat Vella, presenta una sucesión de plazas que merece conocer y disfrutar. La de Manises alberga la sede del Gobierno autonómico valenciano, el Palau de la Generalitat, un edificio medieval de estilo gótico tardío, aunque bastante modificado a lo largo de los siglos.

Contigua se encuentra la Plaza de la Virgen, que enmarca la Catedral, la Basílica de la Virgen de los Desamparados y una de las fachadas y el coqueto jardín del Palau de la Generalitat. Cruzándola accederás al Centro Arqueológico de l’Almoina, auténtico kilómetro 0 de la ciudad y sus orígenes.

A un paso de aquí está la Plaza de la Reina, donde recae la portada barroca, o de los hierros, de la Catedral y el famoso campanario o Micalet, y desde la que se divisa la torre campanario de la Iglesia de Santa Catalina.

Precisamente, desde la parte posterior de este templo se accede a uno de los espacios más singulares de València: la Plaza Redonda. Se trata de un conjunto que alberga una gran oferta de tiendas de regalos y de restauración.

No dejes de acercarte a la Plaza del Mercado, ni a la del Doctor Collado, a espaldas de la Lonja de la Seda, que siempre se encuentran muy animadas. Pero para animación, hasta experimentar la noche valenciana a tope, ninguna como la Plaza del Tossal. Disfruta de estas plazas en un alegre paseo o en sus soleadas terrazas.

Curiosidades y otras sorpresas

El Carmen es fuente inagotable de lugares curiosos y que no hay que dejar de conocer. Como L’Iber, el más destacado museo de miniaturas históricas del mundo, con más de 95.000 soldaditos de plomo y diferentes piezas expuestas. La Casa de las Rocas, sede de las carrozas que representan a monstruos y seres mitológicos que se sacan en procesión durante la celebración del Corpus. O la Casa de los Gatos, un hogar en miniatura para mininos en el número 9 de la calle Museo. Cuenta con todo lujo de detalles, como cortinas tras las ventanas, entrada principal, la fuente frente a la puerta… Junto a la curiosa casita, un cartel escrito en un azulejo recuerda la altura que alcanzaron las aguas desbordadas del río Turia en octubre de 1957 durante la gran riada. Las calles del Carmen, uno de los barrios más afectados, están repletas de recordatorios similares.

También merece una visita los refugios antiaéreos de la Guerra Civil española, durante la que València llegó a ostentar casi un año la capitalidad de la II República, que se encuentran en el número 25 de la calle Serrans y número 37 de la calle Alta.

Y no te olvides de disfrutar de las manifestaciones de street art que encontrarás a tu paso, como la Calle de los colores (Calle de Moret), una gran galería de arte urbano al aire libre. Y, ya de paso, encuentra los atzucacs (del árabe az-zuqâq, callejones sin salida), tan habituales en el entramado de callejuelas por el que estás paseando. Ahí van unas pistas: la parte trasera del restaurante L’Atzucac (Baix, 42), da a uno. La calle Cañete, es otro. Los demás, los buscas tú.

Tiendas y gastronomía para todos los paladares

Mil años de barrio dan para mucha visita. Quizá sea el momento de comprar algún regalo antes de pensar en comer. Aquí hay una oferta de tiendas curiosas encabezada por el Mercado de Tapinería, que conjuga las propuestas de artesanía y moda local con un par de puestos gastronómicos. Pero si aprieta mucho el hambre, será cuestión de visitar el Mercado de Mossen Sorell, con alimentos de cercanía y unas paradas donde deleitarte con un buen vermut.

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