miércoles, abril 24, 2024

BELÉN, UN VIAJE A LA CUNA DEL CRISTIANISMO

Redacción

El lugar en el que todo comenzó. A diez kilómetros de Jerusalén, al otro lado del muro, se encuentra la cuna del cristianismo. La ciudad palestina que, según la tradición, vio nacer al Mesías.

Tres mil cuatrocientos años de existencia y origen de la cristiandad, Belén posee el ambiente de cualquier ciudad árabe y una historia convertida en gran símbolo planetario. La tradición cristiana se impone en el mundo con la llegada de la Navidad, puesto que tan solo 27 países no conmemoran estas fiestas. Belén comienza sus celebraciones el último sábado de noviembre.

Manger Square.

Es el centro neurálgico de Belén. Sus cafés, sus restaurantes y tiendas la convierten en el núcleo de la vida urbana. A uno de los lados de la plaza se alza la Mezquita de Omán, el templo de los musulmanes; al otro La Basílica de la Natividad, el lugar en el que, según la tradición cristiana, nació Jesús. La Basílica es el centro de unión y reunión de católicos, ortodoxos griegos y apostólicos armenios. Su entrada, una pequeña puerta en la roca, obliga a inclinarse mostrando reverencia para acceder al lugar sagrado, ese al que peregrinan miles de fieles cada año. Pero, un acceso tan escaso también tiene un significado defensivo, histórico, evitar que los infieles consiguieran entrar a caballo.

Las oraciones navideñas, en Belén, comienzan en noviembre. El último fin de semana del mes se celebra la festividad de Santa Catalina y la Gruta de la Natividad se ilumina con cuatro velas, la luz se desplaza a los cuatro puntos cardinales.

La Basílica de la Natividad.

Es un complejo de 12.000 metros cuadrados formado por varios edificios. En el interior de la iglesia, hermosos mosaicos dorados cubren las paredes y las cinco naves de la Basílica se iluminan con una variada colección de lámparas.

El primer sábado de diciembre arranca el encendido tradicional con la iluminación de un inmenso árbol decorado con bolas y guirnaldas de colores, justo al lado de la Basílica de la Natividad. Es la ceremonia oficial de inicio de las fiestas en Belén. Más de diez mil personas se concentran a los pies del templo más importante de la Navidad.

La ciudad palestina de Belén comienza sus tres celebraciones de Navidad, de acuerdo con los calendarios que rigen en los ritos ortodoxo, latino y armenio. Los días más importantes, a los que se suma toda la comunidad cristiana, son el 24 y el 25 de diciembre.

El 24 de diciembre, al lado de la Basílica, la Plaza del Pesebre y todas las callejuelas y aledaños concentran a ciudadanos y visitantes para recibir al jerarca católico. Un solemne desfile de autoridades en el que no faltan bandas de música ni sonido de tambores. En ese instante, Belén se convierte en el centro del mundo.

Dentro de la iglesia, en los laterales del altar de la Basílica, unas sinuosas escaleras conducen hasta la Gruta de la Natividad; una cueva subterránea que, en época bizantina, se encontraba revestida de mármol. El lugar en el que la tradición señala el nacimiento de Jesús está rodeado de lámparas y marcado con una estrella de plata de catorce puntas situada sobre el suelo de mármol. Allí, tras la Misa del Gallo, se deposita una imagen del Niño Jesús que permanecerá en el pesebre hasta la Epifanía, momento en que regresará a su altar original con la Virgen, en la Iglesia de Santa Catalina.

Además de la Gruta de la Natividad, los túneles que se encuentran bajo la basílica conducen a la Gruta de San José. La cueva, transformada en capilla, está datada entre los siglos I y II y conserva restos de un arco preconstantiniano que corrobora su utilización en los tiempos de Jesús. También existe otra sala subterránea en memoria de los Inocentes, las víctimas de la matanza de Herodes I el Grande. En el interior de la gruta se mantienen tres arcos tallados en la roca que albergarían las sepulturas de varias personas y en una sala adyacente se conserva un osario común fechado en los primeros siglos de nuestra era.

En el Campo de los pastores muchas grutas naturales servían como refugio mientras se cuidaba del ganado. Y allí, existe un santuario conmemorativo. Una hermosa capilla, construida en forma de tienda nómada, en la que se celebra muy especialmente la noche de Navidad. El culto está promovido por la Iglesia Anglicana y en ella participan diversos grupos cristianos siempre dispuestos a cantar villancicos, la banda sonora del lugar.

Algunas excavaciones realizadas en la zona han descubierto restos de un asentamiento rural del primer siglo después de Cristo. Almazaras, cuevas y un monasterio bizantino con iglesia, patios, aljibe, panadería y mosaicos dan testimonio de una vida social organizada.

Durante la Navidad, los hogares cristianos albergan a familias enteras, a veces, seguidores de diferentes ritos. Las callejuelas del casco antiguo se llenan de puestos navideños en los que se venden los tradicionales belenes fabricados con madera de olivo y sencillos ornamentos típicos. La ambientación musical navideña corre a cargo de grupos llegados de diferentes partes del mundo, aunque en Belén nunca faltan villancicos.

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