Redacción
En el marco de la XLI Semana Deportivo-Cultural de Cogolludo, el municipio vivió anoche una experiencia única con la presentación de su nueva Ruta Literaria, un recorrido guiado por el guía local Javier Segura que conecta los rincones más emblemáticos de la villa con los escritores que dejaron su huella en ella. La actividad, que reunió a cerca de un centenar de personas, se integrará próximamente en la oferta turística oficial del Ayuntamiento como parte del impulso al patrimonio histórico, literario y cultural de la localidad.
La villa ducal de Cogolludo vivió ayer una de las jornadas más especiales de su XLI Semana Deportivo-Cultural, dentro del ciclo «Verano cultural Villa de Cogolludo». Bajo las estrellas, en una noche en la que, después de un día sofocante de calor, corría el aire, y con la fachada del Palacio Ducal como testigo, cerca de un centenar de personas participaron en una visita nocturna que no fue sólo un paseo por las calles de la localidad, sino un auténtico viaje en el tiempo guiado por la literatura y la historia. La “Ruta Literaria de Cogolludo”, dirigida por el guía turístico Javier Segura, se presentó en formato de ensayo general y se integrará próximamente en el paquete turístico oficial del municipio.
Durante la visita, Segura desgranó las huellas que al menos una docena de escritores han dejado en la villa, conectando enclaves patrimoniales clave con anécdotas, textos y hechos históricos de figuras literarias como Alfonso X El Sabio, Francisco de Quevedo, el Marqués de Santillana, Lope de Rueda, los hermanos Álvarez Quintero, Pío Baroja, Ramón Gómez de la Serna, Camilo José Cela y hasta el general Hugo, padre del novelista Victor Hugo, protagonista involuntario de uno de los episodios más heroicos de la villa, como fue el de la defensa de Cogolludo por parte de El Empecinado durante la Guerra de la Independencia.
El recorrido comenzó frente a la fachada del Palacio Ducal, donde se evocó a Alfonso X El Sabio, antepasado de los Medinaceli. Allí, Segura narró cómo este monarca dejó un legado literario y científico sin igual, desde las Cantigas de Santa María hasta tratados de astronomía y ajedrez -en las cornisas de Palacio hay figuras-, pasando por Las Siete Partidas. El paseo continuó por los restos del convento de San Francisco, donde se recordó al Marqués de Santillana, Iñigo López de Mendoza, abuelo del primer duque de Medinaceli, cuya obra fue recitada por voluntarios locales en un ejercicio colectivo de memoria cultural.
Más adelante, junto a la ermita de San Isidro, se evocó la presencia de Pío Baroja, quien menciona Cogolludo en su novela La Busca, y de Ramón Gómez de la Serna con sus greguerías, puesto que donde hoy está el actual bar Saboya, en su día estuvo la redacción del periódico Don Redo. Allí mismo se habló también del general Hugo y del célebre guerrillero El Empecinado, cuya carta al militar francés –en términos de férrea resistencia y dignidad patriótica– posiblemente fuera redactada en el Salón Rico del palacio, antes de que las tropas napoleónicas dinamitaran el castillo ducal.
La ruta también rememoró el paso de Francisco de Quevedo por Cogolludo, donde solía retirarse para descansar de los avatares de la corte, acogido por su amigo, el VII Duque de Medinaceli. Quevedo dejó testimonio escrito de su aprecio por la localidad y por su noble anfitrión, calificando el palacio como “un lugar de goce” y un “remanso de paz”. Esta relación fue más allá del mecenazgo, hasta el punto de que el poeta gestionó asuntos de Estado en nombre del duque desde Cogolludo, que también fue testigo de episodios personales clave en la vida del autor.
La visita continuó evocando la figura de Lope de Rueda, que visitó la villa en 1552 y cuya vida dio un inesperado giro al casarse con Mariana, una de las criadas del III Duque de Medinaceli, quien además, sostuvo con el noble un pleito laboral del que salió victoriosa. También se habló de los hermanos Álvarez Quintero, cuyos orígenes familiares se remontan a la parroquia de San Pedro en Cogolludo, y cuya obra costumbrista ha dejado una profunda huella en la cultura popular española. Su legado se sigue celebrando gracias a las investigaciones de quien fuera cronista local, Juan Luis Pérez Arribas, y del historiador Martín Barbadillo.