viernes, abril 19, 2024

Consejos para una buena salud mental en la adolescencia

Texto: DRA. LORENA DELGADO MAGRO Topdoctors

La adolescencia es un período de desarrollo biológico, psicológico, sexual y social, inmediatamente posterior a la niñez, que comienza con la pubertad. Es un período vital entre la pubertad y la edad adulta. Generalmente, su inicio es entre los 12 y 13 años, y su finalización es a los 18 años de edad.

En la adolescencia, los jóvenes pueden ser víctimas de diferentes factores de riesgo, que influyen en su salud mental y física, debido a que su etapa más vulnerable. Algunos estudios detectaron que la dificultad que tienen los jóvenes para la toma de decisiones se debe a que su cerebro se encuentra en un proceso de desarrollo cognitivo. Durante la adolescencia el Sistema de Control Cognitivo no ha alcanzado completamente su maduración, mientras que el Sistema Socioemocional sí. Esta condición hace que aumente la posibilidad de caer o ceder a los riesgos. Entre los factores de riesgo se deben destacar el alcoholismo, la drogadicción, desórdenes alimenticios, depresión y suicidio.

Enseñar a los jóvenes como funciona su cerebro los puede animar a ser más inteligentes

¿Cuáles son los factores que más afectan a los adolescentes?

En esta etapa, se producen los primeros contactos con los cigarros, la droga y alcohol. Este consumo es un tema que suscita gran preocupación debido a los efectos de estas sustancias. Pueden tener conductas violentas que pueden causar lesiones graves o poner en riesgo su vida.

Cuando consumen drogas o alcohol pueden presentar alteraciones neuro cognitivas y desencadenar daños a largo plazo. Por ejemplo, problemas de la memoria, coordinación, y toma de decisiones.

Si observas alguno de los síntomas, es probable que estas sustancias ya estén presentes en la vida del joven y la situación se haya salido de control; se aísla, se muestra deprimido, cansado y descuidado de su deseo personal, se comporta demasiado hostil y deja de cooperar en la casa, tiene nuevos amigos de los que se niega a hablar, no quiere decir a donde va, sus calificaciones escolares bajan de forma significativa, el dinero u otras cosas de valor desaparecen de la casa, etc.

Dentro de los desórdenes de la alimentación, que se caracterizan por la preocupación de la comida y la distorsión de la imagen del cuerpo, están la anorexia y la bulimia. Estos desórdenes pueden ser más prevalentes entre las jóvenes, pero los varones también pueden padecerlo.

La anorexia se caracteriza por evitar el consumo de alimentos y, consecuentemente, bajar de peso de forma extrema, mientras que la bulimia consiste en comer en exceso para después provocarse el vómito. En ambos casos, las repercusiones son graves. Por eso, es importante detectarlos a tiempo. Es recomendable buscar la ayuda de un experto si el adolescente presenta alguno de estos síntomas: pierde peso repentinamente, reduce mucho la cantidad de alimentos que ingiere, hace demasiado ejercicio físico, le aterroriza subir de peso, se excede con los alimentos de mucho contenido calórico y/o intenta controlar el peso mediante laxantes o diuréticos.

Por otro lado, otro de los factores de riesgo es la depresión. Una de las principales causas de la enfermedad y la discapacidad en los adolescentes. En gran parte de la población juvenil que la padece, suele ser causa de suicidio. Son muchos los factores que inciden en la salud mental y el bienestar: la violencia, la pobreza, la exclusión, la estigmatización y la vida en entornos frágiles. El hecho de no ocuparse de los trastornos mentales tiene consecuencias. Algunos de los factores que pueden contribuir a un estado de depresión severa son: la separación de los padres, la pérdida de un ser querido, el abuso de drogas y preocupaciones en la sexualidad.

Desde el ámbito familiar, ¿cómo pueden ayudar?

Lo importante es no perder la calma para tomar las decisiones adecuadas, buscar ayuda profesional y ofrecer otra oportunidad. El castigo y la imposición solo reprende a los adolescentes. En cambio, depositar su confianza en ellos solo permitirá la construcción de una confianza más sólida. Estas situaciones les ayudarán para corregir sus errores.

Una de las situaciones de quejas en los adolescentes hacia a sus padres es que no suelen ser escuchados. En estos casos, los jóvenes sienten que sus padres se enfocan más en imponer reglas que en escuchar sus opiniones, y escuchar sus opiniones o inquietudes es clave para establecer una mejor comunicación.

Cuando tienen problemas deben ser escuchados desde el respeto. Para lograrlo, se debe dejar a un lado el disgusto y el sentimiento de decepción. Además, es importante que entiendan que los errores no los definen, sino que sirven para corregir las fallas, mejorar nuestra conducta y ser mejor que lo sucesivo.

Por otro lado, también, elige una buena escuela. La escuela es una gran aliada en la educación de los adolescentes. Elige una institución que brinde el apoyo psicopedagógico necesario, que ayude a detectar y evitar situaciones de riesgos en la adolescencia. Procura seleccionar una escuela con programas orientados a la promoción de la salud integral. Es fundamental que el plan educativo de la institución tenga un enfoque psicosocial y familiar, además de académico.

¿Cuáles son los errores más frecuentes que se cometen desde el ámbito familiar?

Uno de los errores más frecuentes es no estar suficientemente presente para tu hijo adolescente. Ponle mayor atención a tu hijo. Hazle saber que te preocupas por él y que puede acudir a ti si tiene problemas. No solo hace falta decirlo, sino que, también, hacen falta hechos. Sé un apoyo cuando tenga un mal día, reconoce sus esfuerzos, felicitado por las cosas que está haciendo bien.

Por otro lado, tener una persona de confianza a la que la persona admira. Esta persona puede preguntarle cosas y asesorarla. De esta forma, tendrá alguien con quien hablar y consultar en momentos de duda.

No permitirle equivocarse y responsabilizarse por sus actos, es un error. Dejar que el adolescente tome sus propias decisiones y dejarle asumir las consecuencias si se equivoca como parte de su crecimiento. Los padres deben mantenerse lo suficientemente cerca para extenderle la mano cuando lo necesite, pero el adolescente debe incumplir las reglas establecidas en la familia como consecuencia de vivir su libertad.

Como padre, madre y/o hermanos, ¿Cómo podemos acercarnos sin forzar a que explique sus problemas?

No cabe duda de que la adolescencia es una etapa complicada por todos los cambios que implican, tanto para los jóvenes como para sus familiares. Pero, detrás de un adolescente insoportable, suele haber unos padres con ciertos grados de confusión, también.

En muchos casos, alguno de los aspectos que no aguantamos de nuestros hijos adolescentes son los mismos que a nuestros hijos adolescentes les repatean de nosotros, convirtiendo la convivencia en algo insufrible. A pesar de las dificultades, las obligaciones de tu puesto como padre o madre representan responsabilidades que no puedes reclinar o que no puedes reclinar sin que tu hijo pague el precio. En este sentido, si hay problemas de comunicación, aunque no seas quien los ocasiona, vas a tener que dar el paso para resolverlos y, si hace falta, igual el tercero también.

Por otro lado, no tienes que caminar por tu hijo, ni llevarlo de la mano. La obligación debe dar paso al consejo, al diálogo y al intercambio de puntos de vista, en el que le reconoces como un interlocutor válido. Ayudar a un adolescente es un proceso gradual que termina con consecuencias desastrosas cuando lo realizamos muy rápido o queda paralizado por nuestro propio miedo a lo que pueda suceder.

Como experta en estos temas, ¿Qué consejos puede dar para ayudar a los adolescentes que se sienten en problemas o en constante cambio?

Por un lado, los adolescentes tienen acceso a la mucha información, pero no se puede obviar el diálogo sobre temas fundamentales con los adultos. Se deben detectar dudas y malentendidos.

Cuando los adolescentes entienden que su toma de decisiones tiene consecuencias, es más probable que se tomen decisiones prudentes. Enseñar a los jóvenes como funciona su cerebro los puede animar a ser más inteligentes y animarlos a tener consciencia de los peligros que están presentes en la etapa que atraviesan.

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