Redacción
La edición de este año se ha dedicado a homenajear al pueblo llano, con actuaciones teatrales y musicales en las diferentes calles y plazas de la villa ducal, y distintos espectáculos de animación.
Pastrana, un poco antes de lo habitual, pero haciendo coincidir la celebración con el día del nacimiento -29 de junio en Cifuentes- de quien es, probablemente, el emblema principal de la villa dual: doña Ana Hurtado de Mendoza de la Cerda, la princesa de Éboli, “ha puesto a funcionar su máquina del tiempo”, como la definía el alcalde de Pastrana, Carlos Largo, para devolver a los pastraneros y a los visitantes al Siglo de Oro, la época en la que la villa alcarreña alcanzaba su máximo esplendor.
En una edición que, a diferencia de otras anteriores, se ha dedicado al pueblo llano, con actuaciones a pie de calle en los hermosos rincones de Pastrana, el alcalde ha felicitado a los pastraneros de hoy, “que trabajan duro muchos meses antes de que llegue su fecha”, para que el festival se convierta en una gran realidad. Y con esta felicitación, el alcalde recordaba también a aldeanos y labriegos que hicieron industria de las huertas, de las plantaciones de moreras, a los comerciantes que implantaron sus negocios en la villa, a los ganaderos y panaderos, los artesanos y las monjas y frailes que llegaron a poblar los conventos fundados por Santa Teresa, que compartieron con los príncipes de Éboli su amor por Pastrana.
El alcalde de Pastrana también ha lamentado que la presente edición haya perdido apoyos económicos importantes, “en el último momento”. Sin embargo, ha ratificado ante los pastraneros el apoyo incondicional del Ayuntamiento, dentro de sus posibilidades económicas, a un Festival, de interés Turístico Regional, que es “una inmejorable tarjeta de presentación de Pastrana, puesto que incluye, en el mismo menú, lo mejor que tenemos, nuestra historia y monumentos, contada y reivindicados, respectivamente, por los pastraneros”.
No han faltado epígrafes fundamentales en el festival, como la entrega del premio Princesa de Éboli, que este año se le ha entregado a la Coral La Paz. El premio, lo recogió su presidente, Javier Gumiel, que lo hizo extensivo a los miembros fundadores de la Asociación, y a sus directores pasados y presentes, y, en general a todos sus coralistas.
Igualmente, la presente edición ha puesto en valor, como todas las anteriores, otro de los tesoros de Pastrana, como es el órgano de tubos de la Colegiata, con un concierto de la organista de origen ruso Liudmila Matsyura, en el que, como no podía ser de otra manera, la intérprete eligió algunos tesoros musicales del Siglo de Oro, con obras de Antonio de Cabezón o Juan Cabanilles, seleccionadas para sacar el mayor partido posible de la sonoridad de este maravilloso instrumento que fue construido en 1703 por Domingo de Mendoza, maestro organero de la Capilla Real de Felipe V. Con una sobresaliente trayectoria musical, Liudmila es, desde 2006, organista titular de la Catedral Magistral de Alcalá de Henares. El órgano sigue sonando maravillosamente, a día de hoy, gracias a una laboriosa restauración, concluida hace ahora, precisamente, 25 años, en junio de 1999.
Como en cada edición, hubo sitio para la cultura, con la conferencia ‘Guardar la memoria de la casa ducal de Pastrana. La labor del duque Manuel de Toledo’, que impartió el profesor de la Universidad Rey Juan Carlos, Juan Gabriel Ranera. El historiador pastranero destacó que el último gran duque de Pastrana vinculado a la Villa Ducal y con sentimiento de pertenencia al linaje fue don Manuel de Toledo y Lesparre, quien no solo fue el último familiar en enterrarse en la cripta de la iglesia-colegiata de Pastrana, sino que además fue el encargado de recoger a mediados del siglo XIX los restos mortales de toda la familia Mendoza y duques de Pastrana e Infantado, repartidos, desperdigados e incluso profanados, como los del panteón de San Francisco en Guadalajara, y reunirlos y darles digna sepultura en la cripta pastranera.