Por Sandra Cuenca
Endika Lousa es un experto terapeuta en parejas y Sex Coach y hoy presenta su libro, que se aventura en un viaje crucial hacia una educación sexual que promueva el respeto y la inclusión
«A lo largo de estas páginas, te invito a embarcarte en un viaje de exploración y descubrimiento, donde cada capítulo ofrece una ventana a temas cruciales como el consentimiento, la diversidad sexual y de género, la prevención del abuso sexual y el uso responsable de la tecnología en la sexualidad. Esta aventura es una invitación a profundizar en la comprensión de la sexualidad humana y a aprender cómo podemos fomentar un entorno seguro y acogedor para todos» Endika Lousa.
¿Cómo surge la idea de escribir este libro?
Pues lo cierto es que nace de la necesidad. En un principio se puede pensar que nace de la necesidad de enseñar sexualidad a los niños y/o jóvenes, pero nada más cierto. La verdadera necesidad es para las madres, padres y educadores que no saben cómo abordar las preguntas sobre sexualidad que hacen las criaturas.
No podemos obviar que existe una brecha muy grande entre padres e hijos en lo que se refiere a conocimientos de Sexualidad. Además, debemos tener en cuenta que la educación que se nos ha dado a las distintas generaciones aún aumenta más esa brecha. Me di cuenta de que no había una guía clara, directa y útil que abordara este tema sin caer en moralismos ni eufemismos. Y como coach sexual y terapeuta de parejas, decidí escribir justo lo que me habría gustado que me hubieran dado a mí cuando empecé a enfrentar esas preguntas incómodas en mi entorno familiar y profesional.
Quería que fuera un libro práctico, respetuoso con la infancia, pero también con las emociones, miedos y dudas de las personas adultas. Así que más que una obra teórica, es una herramienta con ejemplos reales, ideas aplicables y, sobre todo, mucho sentido común y empatía.
¿Qué es la tolerancia sexual?
La tolerancia sexual es la capacidad de entender, respetar y convivir con expresiones, orientaciones sexuales, identidades de género o prácticas sexuales que no son las nuestras… sin juzgar, sin imponer y sin patologizar. No es solo aceptar que otras personas pueda vivir su sexualidad de forma diferente a nosotros, va más allá.
Todos conocemos la famosa frase de “yo te respeto, pero…,” y ahí viene la intolerancia real en el que ese “pero” llega cargado de prejuicios, miedos y moralismos. Debemos comprender que tenemos que reconocer el derecho de otros a vivir su sexualidad en libertad, siempre que sea consensuada, segura y entre personas adultas. Y en esta tolerancia se incluyen las prácticas alternativas.
¿Es vital hablar y entender la tolerancia sexual?
La respuesta es rotunda: SI, en necesario, e incluso obligatorio. ¿Por qué? Porque cuando no hablamos de la tolerancia lo que hacemos es perpetuar el rechazo, la ignorancia y la violencia hacia toda aquella persona que viven su sexualidad fuera de la norma tradicional. ¿Y que se consigue con el silencio? Un alto coste social y emocional: Bullying escolar, censura, discriminación y lo más serio: negación de derechos básicos.
No se puede hablar en las instituciones escolares de educación sexual sin hablar de tolerancia. La diferencia sobre hablar o no de dicha tolerancia, es que es una forma más directa de prevenir abusos, fomentar el respeto mutuo y construir relaciones más sanas, más libres y más humanas. Porque si solo educamos en “lo correcto” según ciertos criterios, lo que estamos haciendo es adoctrinar, no educar.
¿Qué vamos a encontrar en el libro?
En el libro van a encontrar una guía clara, completa y accesible sobre educación sexual integral. No es solo un manual para resolver dudas incómodas de la infancia, sino una herramienta útil para todas las edades: madres, padres, educadores… incluso personas adultas que quieren entender mejor su propia sexualidad.
Los temas que se abordan van desde lo más básico, como la anatomía y la reproducción, hasta cuestiones más complejas como el consentimiento, la diversidad sexual, la identidad de género y la educación afectivo-sexual. Todo está explicado con un lenguaje directo pero respetuoso, sin tecnicismos innecesarios, y siempre desde una base científica y con un enfoque inclusivo y ético. Además, el libro contiene ejemplos reales, recomendaciones prácticas y recursos para fomentar el diálogo, porque una buena educación sexual empieza en casa, con conversaciones honestas, no con silencios incómodos.
¿Es para todos los públicos?
Sí, pero con matices. No está pensado para dar directamente a un niño o una niña pequeña, contemos desde la adolescencia temprana a la persona adulta. Que tenga las herramientas y la seguridad de responder con naturalidad, empatía y responsabilidad cuando llegue la temida pregunta de: “¿Qué es el sexo?” o “¿Cómo nacen los bebés?”.
En resumen, este libro no impone un modelo de sexualidad: ofrece información para que cada persona pueda tomar decisiones responsables, libres y saludables, desde el respeto y la comprensión.
Cuéntanos sobre el mensaje de esa chica que le dejó tu libro a su sobrino para un trabajo de clase y ha acabado el trabajo en un certamen del Gobierno Vasco.
Ufff, el mensaje. Aún hoy sigo sin poder creerme la lectura de ese mensaje. Recibir ese mensaje ha sido un subidón de ego, orgullo, alegría y no sé que más podría decir, pero son tantos calificativos. Te explico un poco este caso: Este chico tenía que hacer un trabajo para la materia de “Ética y Valores” y debían hacerlo sobre la tolerancia. El sobrino, hablando con su tía, escogieron hablar sobre la tolerancia sexual. Su tía le dejó mi libro, y él como ávido lector, leyó mi libro y tomó notas. Hizo su trabajo y lo presentó y el resultado es que consiguió la nota más alta de la clase. Incluso el profesor quedó tan impresionado que, no tan solo, le pidió la bibliografía, sino que le pidió hasta el libro. En esta ocasión en particular, tendremos nuevas noticias a finales de julio para saber cómo ha quedado en el certamen del País Vasco.
Pero, ahora viene el lado oscuro de la historia. Años antes el padre del niño presentó la propuesta y tuvo que recoger firmas para poder dar dicho tema, pero por una sola firma ganó la propuesta. Este profesor de ética se opuso a implantar un tema de sexualidad en su materia. Después de mucho batallar se consiguió que se diera como “actividad extraescolar” pero el instituto lo hizo poniéndolo a una hora inadecuada: a las 7 de la mañana. Al principio eran 8 o 9 alumnos y no muy bien vistos y después de años, la actividad extraescolar de sexualidad está siendo un éxito, grupo numeroso de más de 20 alumnos. Ahora, años después este profesor lo ha incluido como suyo.
Háblame sobre por qué el gobierno no te ha hecho caso con este libro…
La verdad, es una vergüenza. Este libro no es un capricho personal ni un texto polémico. Es una herramienta educativa diseñada con cuidado, con conocimiento, y supervisada por una profesional con más de 15 años de experiencia con menores —mi exmujer, que además es trabajadora social titulada—. No es un panfleto ideológico, es una guía útil, respetuosa y necesaria para familias y profesionales que, día a día, se enfrentan a preguntas que nadie les ha enseñado a responder.
Cuando contacté con el Ministerio de Juventud, la respuesta fue inicialmente positiva. Me mostraron interés, se notaba que valoraban el contenido… hasta que cometieron un error: me trataron como mujer por confundir mi nombre, Endika, que es Enrique en euskera. Cuando les aclaré que soy hombre, toda comunicación se cortó en seco. Sin más. Dos correos más, silencio absoluto. ¿Casualidad? Puede. ¿Discriminación? Lo dejo ahí. Pero es curioso cómo el entusiasmo se evapora justo después de que no encajes en cierta expectativa de género. Luego fue el turno del Ministerio de Educación. Me pidieron un extracto y una presentación del libro. Lo preparé con todo el esmero y profesionalidad del mundo. Catorce meses después, sigo esperando respuesta. Catorce meses. ¿Así es como se trata a quienes proponen soluciones reales en un país donde la educación sexual brilla por su ausencia? ¿Así se construye un sistema educativo moderno, cuando se ignoran propuestas pedagógicas por parte de quienes trabajamos en el terreno?
Lo que más me duele no es el silencio. Es la hipocresía. Porque mientras tanto se llenan la boca de palabras como inclusión, diversidad, salud mental, prevención de abusos… pero cuando alguien les pone sobre la mesa una herramienta concreta, accesible, sin ideologías ni
extremismos, simplemente desaparecen. ¡Ah! Y debo aclarar que en ningún momento he pedido ayudas, subvenciones o similar al gobierno. Solo pedía un apoyo en cuanto a publicidad, si creían que me lo merecía.
A veces pienso que, si en la portada pusiera que el libro ha sido avalado por alguna gran institución internacional, o lo hubiese firmado una influencer con millones de seguidores, tal vez me habrían recibido con una alfombra roja. Pero claro… yo solo soy un terapeuta de
parejas y coach sexual comprometido con la infancia. Y eso, por lo visto, no basta.
Es urgente. No necesaria, urgente. Y no hablo de dar una charla al año sobre “cómo se pone un condón” o mostrar un par de dibujos anatómicos. Podemos poner como ejemplo el caso del que hemos hablado antes, realmente es urgente. Hablo de una educación sexual real, integral, continuada y adaptada a la edad. Una que hable de cuerpos, sí, pero también de emociones, respeto, consentimiento, diversidad, autoestima, placer, vínculos afectivos, identidad y límites personales. Porque si no lo hacemos en las aulas, lo van a aprender igual… pero por vías mucho menos saludables: la pornografía, el silencio familiar, el juicio de sus iguales, las redes sociales y los
mitos que arrastramos desde hace generaciones. ¿Y qué pasa cuando no hay educación sexual? Que aparecen los embarazos no deseados, las ITS, el abuso disfrazado de juego, la violencia de género entre adolescentes, el Bullying por identidad u orientación, y un larguísimo etcétera. Negarse a incluir la educación sexual en el sistema educativo no protege a la infancia: la deja indefensa.
Además, educar sexualmente no “incita” a nadie a nada. Eso es otro mito más. Lo que hace es dar herramientas para tomar decisiones conscientes, libres y responsables. Si enseñamos matemáticas para manejar el dinero o biología para entender el cuerpo, ¿Por qué nos
escandaliza enseñar cómo cuidarnos, cómo poner límites o cómo respetar el deseo propio y ajeno? Y que no se nos olvide algo clave: educar en sexualidad también es educar en prevención de abusos. Y eso, por sí solo, ya debería bastar para justificar su inclusión obligatoria en el sistema educativo.
¿Con que sensación te gustaría que los lectores acabaran tu libro?
Sin duda, podría decir que con ganas de querer aprender más. Pero me gustaría recalcar el hecho de que este libro debería leerlo cualquier persona desde los 12 años en adelante, sin límite de edad. ¿El motivo? Creo que existe tanta falta de educación sexual que cualquier texto que pueda caer en nuestras manos, debería servir para abrir la mente, para adquirir conocimientos y, por supuesto, para comprender al resto.
Por ahora, las pocas personas que han tenido el placer de leer el libro, me están dando unas opiniones muy similares al resultado del trabajo del alumno. Y con eso, me doy por satisfecho, dado que esas pocas personas han aprendido cosas que desconocían, y me siguen preguntado sus dudas aliviando su desconocimiento sobre este tema.
¿Qué me gustaría que mi libro acabase en las instituciones escolares? ¡¡Por supuesto!! Pero sin padrino o un apoyo gubernamental, será imposible que lo vea, pero poco a poco mi trabajo va dando resultado y se habla de sexualidad con mi proyecto “No sé todo de sexualidad”.
¿Has vivido alguna censura más hablando de Sexualidad?
Sí, y lamentablemente es el pan de cada día, especialmente en redes sociales. Es insultante ver cómo plataformas que presumen de “defender la diversidad” y de “promover la educación sexual” censuran sistemáticamente cualquier contenido que no encaje en su moralina hipócrita. He tenido publicaciones educativas eliminadas sin previo aviso, cuentas restringidas, advertencias por “contenido sensible” solo por hablar de cosas tan básicas como el consentimiento, el clítoris o los derechos sexuales. No estoy hablando de pornografía, ni de imágenes explícitas, ni de contenido provocador: hablo de educación, de ciencia, de herramientas reales para mejorar la vida de las personas. Mientras tanto, los mismos algoritmos que me silencian permiten discursos de odio, desinformación y violencia disfrazada de opinión. Permiten que se difundan bulos, pero bloquean una publicación que explica cómo hablar con tu hija sobre su primera menstruación. Esa es la doble moral con la que convivimos. Y lo peor no es solo la censura, es la amenaza constante: El “o te callas o te cerramos el perfil”.
Así funciona el sistema: te empujan al silencio, te etiquetan de inapropiado, y te hacen sentir que educar en sexualidad es algo sucio o peligroso. Pero el verdadero peligro es su silencio, no el nuestro. Así que sí: he vivido censura. Pero no pienso callarme. Porque cada vez que una red social me veta, sé que voy por el buen camino. El camino incómodo, sí, pero necesario.
Y me han dicho que preparas un nuevo proyecto para luchar contra esa censura.
Sí, y lo estoy haciendo con muchísima ilusión y, si te soy sincero, también con rabia acumulada. Estoy fundando una asociación que nace precisamente como respuesta a la censura constante que sufrimos quienes hablamos de sexualidad desde el respeto, el conocimiento y el compromiso con los derechos humanos. Se llamará Asociación para la Reflexión de Diversidad Erótica —ARDE—, y su objetivo es muy claro: defender y difundir una educación sexual libre, honesta y sin filtros ideológicos o moralistas. Quiero que se convierta en un espacio donde podamos hablar de placer, consentimiento, diversidad, relaciones y salud sexual sin tener que estar mirando por encima
del hombro a ver si una plataforma nos silencia, si un político se ofende o si un algoritmo decide que estamos siendo “peligrosos”.
Con ARDE quiero crear talleres, encuentros, materiales educativos, campañas y colaboraciones que realmente lleguen a la gente. No desde el púlpito, sino desde la calle, desde la vida real. Porque ya está bien de que el silencio y la ignorancia marquen la pauta. Si el Estado no asume su responsabilidad educativa, la sociedad civil tiene que ocupar ese espacio. Y yo pienso estar ahí. No me callé cuando me vetaron, no me callé cuando me ignoraron, y no pienso callarme ahora.
Si la censura intenta apagar la educación sexual, yo voy a encenderla con más fuerza. Y si hace falta que arda todo ese miedo disfrazado de corrección política… pues que “arda”.
Y quisiera agradeceros a Más Noticias, el espacio que me habéis dado y la amabilidad con que siempre nos recibís para hablar de estos temas tan controvertidos para la sociedad y tan normales para unos pocos.
Os invitamos a entrar en No sé todo de sexualidad