Javier Porras Belarra
Doctor en Estudios Europeos (mención internacional)
Profesor de Derecho de la Unión Europea y Relaciones Internacionales.
Comenzamos un nuevo curso académico. Un curso que no está exento de las incertidumbres que nos acompañaron en el último año generadas por la COVOD-19. A su vez, nuestros escolares, bachilleres y universitarios están el ojo del huracán. Sin entrar en un discurso victimista, es cierto que las sucesivas reformas educativas, en todos los niveles, así como la diferencia de criterios entre las Comunidades Autónomas, son un caldo de cultivo que no logran situar a la educación española el nivel intelectual y competitivo al que podríamos aspirar dentro de nuestro entorno europeo-occidental.
Y, sin embargo, afrontamos este curso con optimismo, como no puede ser de otra manera.
Gracias al plan “NextGenerationEU” (el nombre no es casualidad), en España tenemos la oportunidad de “resetear”, de meditar durante un momento que hemos hecho mal, qué necesitamos, y cómo de la mano del resto de nuestros colegas europeos miembros de la Unión Europea podemos mirar al futuro con esperanza.
Es falsa esa afirmación tan proclamada por algunos de nuestros representantes políticos que “de la pandemia salimos más fuertes”. Nada más lejos de la realidad. De esta pandemia hemos salido muy debilitados y desmoralizados. Y defender esta postura es una irresponsabilidad que falta a la verdad.
Hablamos de resiliencia, cuya segunda acepción recogida por la RAE la define como “capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido”. Es decir, el plan es volver cuanto antes al estado anterior Pero no para mantenernos en el error, sino para evolucionar con lo ya aprendido durante el camino.
Es cierto que el camino siempre es incierto, que vamos a tener retos complicados que superar. Pero recordemos que, por muchas crisis que vivamos (sanitarias y económicas), ninguna, afortunadamente, ha alcanzado el nivel de destrucción que supusieron los conflictos bélicos en suelo europeo durante el S. XX.
Por ello, Europa es (parte) de la solución. Tenemos acceso a recursos económicos y materiales, pero también otros intangibles, como la formación o la cultura, para que España lleve a cabo ese reinicio de manera responsable, ya sea en las grandes urbes o en los tan castigados núcleos rurales de esa España vaciada.
Y la responsabilidad es sólo nuestra. Hemos de dejar de buscar culpables externos a los que señalar de nuestros males ocasionados por malas decisiones. La recuperación económica es una responsabilidad. Que no maltratemos a nuestras PYMES, que promovamos la existencia de trabajadores autónomos, que nuestro tejido industrial sea competitivo y alineado con una producción sostenible con el medio ambiente, que se promueva la ganadería y la agricultura de proximidad y de calidad, que nuestro tan necesario sector turístico se actualice y vuelva a los estándares de calidad que antaño tuvo, que nuestras empresas tengan presencia global y, finalmente, que nuestro sistema público, sea realmente universal y garantice la justicia social, es responsabilidad de todos. En otras palabras, no podemos obviar nuestra responsabilidad como ciudadanos de nuestra comunidad a nivel local y regional, y por ende como ciudadanos españoles y europeos.
Y así es como daremos ejemplo a nuestros estudiantes, Por ello hay ese motivo para la esperanza y el optimismo. Porque si todos jugamos medianamente bien nuestras cartas en este proceso de recuperación, el mensaje que lanzamos a las futuras generaciones es que una sólida formación es un privilegio que deben de ejercer con responsabilidad para recibir esa buena herencia que confiemos vayamos a dejarles.
Desde Más Noticias, les iremos contando paródicamente todos estos planes, avances y posibilidad que comienzan en Europa. El curso comienza, no seamos mediocres y optemos al sobresaliente.
