Texto: Javier Cuenca
Debe ser muy dramático eso de perder la casa donde uno ha vivido, el espacio que ha sentido como propio durante un tiempo considerable de su vida y que de pronto le es arrebatado por no poder pagarlo. Esto es lo que le sucede a la protagonista de Nomadland, una mujer viuda que por culpa de la recesión se encuentra un buen día sin la casa en la que ha habitado.
Dirección: Chloé Zhao.
Intérpretes: Frances McDormand, David Strathair, Linda May, Charlene Swankie, Bob Wells, Gay DeForest.
Género: Drama. Estados Unidos, 2020.
Duración: 108 minutos.
Nomadland ha sido la triunfadora en este año pandémico de una gala de los Oscar tan anómala como los tiempos que vivimos. Pero antes de eso ya se había llevado algunos premios más, como el León de Oro en el pasado Festival de Venecia y algunos otros galardones en certámenes y eventos varios. Estamos, pues, ante una obra proclive a los elogios en forma de premios, y quizá no sea para tanto, después de todo.
La película de Chloé Zhao, en lo que es su tercera incursión en el largometraje, descansa especialmente en el rostro de Frances McDormand, una actriz tan natural como carismática, coproductora del filme, que realiza uno de esos trabajos tan medidos y llenos de talento a los que nos tiene tan acostumbrados. Es su deambular tras quedarse sin casa, su relación con otras personas que, como ella, han decidido echarse a los caminos, lo que vertebra la interesante cinta de Zhao, cuya cámara, colocada en el punto justo, filma a los personajes como si de un documental se tratara.
Es muy posible que radique precisamente ahí, en esa manera de seguir a los personajes, de acompañarlos en su nomadismo por una Norteamérica en la que no resulta fácil encontrar un empleo, la mayor virtud de una película que se ve con facilidad, pero que no depara grandes sorpresas ni deja un recuerdo especialmente intenso. Es buen cine naturalista, intimista si se quiere, pero que no rebasa el aprobado alto.