jueves, abril 25, 2024

José Coronado: “Intento que mi vida personal esté por delante de la profesional”

Texto: Javier Cuenca/ Fotos; Antonio Cuenca y J.C.

Cuenta José Coronado que fue el puro azar lo que le llevó a dedicarse a la interpretación, y que aunque dejó sus estudios de Medicina y posteriormente los de Derecho, la disciplina universitaria le ha ayudado mucho a desempeñar su oficio de actor. En esta entrevista hacemos un repaso por su dilatada trayectoria, hablamos de la situación actual del cine y desgranamos algunos de sus proyectos más inmediatos, entre los que podría estar su participación en la nueva película de Víctor Erice, quien no rueda un largometraje desde hace 30 años.

Con Enrique Urbizu, uno de los realizadores que mejores personajes le ha encomendado y a cuyas órdenes ganó un Goya, aprendió a dejar al actor en segundo plano en beneficio de la película, de la historia que se pretende narrar en un guión. José Coronado (Madrid, 1957) fue un auténtico visionario cuando a mediados de los 80 tuvo claro que la televisión se convertiría en un excelente terreno abonado para los actores y decidió compaginar su trabajo en cine con el de la pequeña pantalla, algo que ha venido haciendo hasta el momento actual.

Podría haber sido médico o abogado, carreras ambas que empezó a estudiar, pero finalmente se convirtió en actor, aunque reconoce nuestro entrevistado que fue algo que ocurrió por pura casualidad. “Hay otra gente que nace con la vocación desde niño, pero yo me lo encontré con casi 30 años. Me lo encontré por azar, pero me enamoró desde el primer momento y puse toda la carne en el asador por hacerme un hueco en esta difícil profesión. Y bueno, 40 años después aquí estoy, contento de saber que no me equivoqué y que he podido vivir mi vida con un oficio que me gusta, dignamente”, explica a Más Noticias.

Recuerda que nunca se le había pasado por la cabeza dedicarse a la interpretación, pero una amiga suya, la actriz Maru Valdivielso, se lo sugirió en un momento en el que se encontraba “superestresado” con los negocios que llevaba, una agencia de modelos y un restaurante. Reconoce que la posibilidad de ser actor le atrapó desde el principio, hasta el punto de preguntarse si sería posible vivir de la interpretación: “Aprendí con Cristina Rota, que era y sigue siendo una profesora estupenda, y fue la que me animó a seguir. Me dijo que tenía voz, buena presencia, y que dependía de mi esfuerzo. Así que me dije: ¡a por todas!”.

Me cuenta que aunque los años universitarios se los pasó en la cafetería, aprendiendo a jugar al mus y al póquer, también había tiempo para el estudio, y aquella disciplina de trabajo le ha servido “muchísimo” en su oficio de actor. “Quieras que no, te vas amueblando la cabeza y la vas haciendo cada vez más rica en sabiduría. Sobre todo es el saber hacer análisis de texto. Yo soy un gran defensor de la palabra y de hablar con propiedad, y creo que eso siempre se agradece en el cine, cuando a los actores les entiendes bien lo que dicen y cómo lo dicen”, señala.

José Coronado con Maribel Verdú en el Festival de Cine de San Sebastián

En cualquier caso, asegura que lo de estudiar no era lo suyo, aunque le está muy agradecido a su padre por haberle impulsado a ir a la universidad: “Estaba buscando mi sitio, pero mientras tanto me estaba formando”. Y precisamente mientras se formaba empezó a trabajar como modelo publicitario, lo cual al principio le daba “muchísima vergüenza”, hasta que le ofrecieron “un pastón” por hacer el anuncio de un whisky en Menorca, “con dos suecas”, recuerda. “Ahí se me quitaron todos los pudores”, comenta entre risas, “y me vino muy bien lo de modelo porque estuve dos o tres años dando vueltas por todo el mundo trabajando y viajando, y eso me formó también”.

Cuando tuvo el suficiente dinero decidió abrir su propia agencia de modelos, pero, como ya se ha dicho, encontró su auténtica vocación en el cine. Trabajos en películas como “Berlín Blues” (1988), “Jarrapellejos” (1988) o “El tesoro” (1990) marcan unos inicios  en la gran pantalla que el actor recuerda ahora como “un milagro”. “Yo estaba empezando” dice. “Y ahora, con 40 años de carrera a la espalda, te das cuenta de cuáles eran tus carencias y tus problemas a la hora de encarnar y acometer un personaje. Me doy cuenta de que ahí lo que tenía yo era la presencia y el resto era bastante malo porque no tenía escuela. Pero tuve la suerte de ir formándome en el camino con trabajos de verdad, antes que cualquier taller de interpretación. No hay nada mejor que un rodaje”.

El actor con Amparo Larrañaga en la serie «Periodistas»

En 1989 ya había intervenido por primera vez en una serie de televisión, “Brigada Central”, a las órdenes de Pedro Masó, un medio que sigue frecuentando hasta la actualidad. Le pregunto qué ha supuesto la pequeña pantalla en su carrera como actor: “Lo ha supuesto absolutamente todo. Además, esto sí que es algo que fui clarividente y lo vi desde el principio”.

Y prosigue: “Porque yo, cuando estaba empezando, los compañeros decían que un actor serio no podía hacer televisión. Y yo les  decía: pero cómo no vas a hacer televisión si llega a ocho millones de personas cada noche. Estáis equivocados. Luego me ha hecho mucha gracia porque toda esta gente que me lo decía, actores y actrices con Goyas, les veo ahora haciendo sus series encantados porque las series han venido a quedarse y a sustituir un poco lo que es hacer cine, o por lo menos lo que nos toca a los actores y actrices, que vivimos mucho más ahora de las series que del cine”.

Quitar la grasa

En 2002 José Coronado inició una colaboración con un realizador a cuyas órdenes ha hecho hasta el momento tres películas y una serie de televisión, Enrique Urbizu. Esa fructífera entente, que ha supuesto para el actor algunas de sus mejores interpretaciones, con la cosecha de un premio Goya y otra nominación a dicha estatuilla, se inició con «La Caja 507”, donde se produjo la anécdota de que, cuando Urbizu le llamó, Coronado estaba convencido de que haría el personaje finalmente encarnado por Antonio Resines.

Yo creía que a mí me habían llamado para hacer el personaje de Modesto Pardo, el director del banco, y no el ‘killer’, Rafael Mazas, porque yo venía de la serie “Periodistas”, de un personaje superblanco, un chico bueno. Pero Enrique me dijo ‘no, la apuesta es la contraria. Precisamente lo que quiero es explotar esa imagen de bondad que lleva un ‘killer’ dentro’. Y fue maravilloso porque creo que la película quedó muy redonda, y sobre todo a mí me abrió la puerta al lado oscuro, que tantas satisfacciones me ha dado en diferentes trabajos que he hecho”, detalla.

Más allá de descubrir ese “lado oscuro”, Coronado subraya que Urbizu le ha hecho explorar una determinada forma de trabajar. “Intentamos huir de toda la parafernalia que lleva esta profesión, de luces y de tonterías, y lo que nos gusta es levantarnos por la mañana, ponernos el casco e ir a trabajar. Enrique me enamoró aún más del oficio, si cabe. Lo que más me enseñó es a quitarle la grasa a todo lo que contamos en diferentes formatos, a dejarlo en el músculo puro y duro. Me enseñó la contención porque muchas veces queremos contar los actores de todo. Me enseñó a ponerme al servicio de la película. Me enseñó humildad, honestidad y sencillez a la hora de no sentirte el ombligo del mundo, sino que eres el vehículo por el que se cuenta una historia, que la protagonista es la historia, no tú”, indica.

Le digo que imagino que será difícil quedarse con un solo personaje de todos los que ha interpretado, y le hablo de cuatro que a mí, personalmente, me han impactado de manera especial: el mencionado asesino de “La caja 507”, el jugador de “La vida mancha”, el violento policía de “No habrá paz para los malvados” (los tres con Urbizu) y el mentiroso de “La vida de nadie”. Sobre esta última película, me comenta que cuando se la ofrecieron comprendió que tenía la dificultad de que toda ella recaía sobre él y le surgió la duda de cómo iba a lograr empatizar con el público cuando su personaje es un mentiroso que engaña a su familia. “Pero la gente, de alguna forma, entendía que con una pequeña tontería y con una pequeña mentirijilla inocente, si no se para el tiempo, todo puede ir a peor”, dice.

Vida personal

Cuando le pregunto si le hubiera gustado interpretar algún personaje concreto, me dice que una de las cosas que ha aprendido en este oficio es a “enamorarme de lo que tengo firmado”, pues en una profesión en la que el azar interviene tanto, en la que hay proyectos que se truncan por la ausencia de una subvención o porque la actriz escogida no puede hacer la película en el último momento, es preferible “sujetar las pasiones y la ilusión” a favor de trabajos tangibles, ya acordados en firme. “Y lo consigo, además”, añade, “porque realmente tengo el poder de autosugestión de que esto es lo mejor que me puede estar pasando, encarnar este personaje, y lo defiendo a muerte”.

Sin embargo, reconoce que no le gustaría abandonar la interpretación sin haber hecho “El Rey Lear”, de Shakespeare, en teatro. “Shakespeare para mí es Dios, me apasiona”, enfatiza el actor, quien insiste, volviendo a lo anterior, en que se encuentra en una etapa en la que prioriza mucho más su vida personal que la profesional, contrariamente a lo que ha ocurrido durante los últimos 20 o 30 años: “Tenía que hacerme mi hueco y lo profesional era lo que mandaba, pero una vez que he tenido suerte y que lo he conseguido, intento que mi vida personal esté por delante de la profesional”.

Tiene igualmente muy claro en este momento que no trabajaría fuera de España, algo que sí se ha planteado anteriormente y que incluso le han ofrecido en alguna ocasión, y reconoce que si hubiera empezado en la interpretación con 18 años o menos sí lo hubiese intentado. “Pero a mí me pilló con 30 años y con un hijo ya, y eso te condiciona en la vida totalmente. Además, me estaba empezando a ir muy bien aquí en mi país, trabajando en mi idioma, y me dije qué necesidad tengo yo de ir a buscarme las castañas fuera y dejar desatendido a mi hijo. Cosas puntuales sí hago, pero eso de decir me voy a instalar en Los Ángeles para buscarme la vida… No tengo ni edad ni ganas. Yo lo único que quiero es dormir en mi cama”, confiesa.

Respecto a la situación actual del cine, con la disminución de espectadores en las salas en beneficio de nuevos formatos más relacionados con el consumo de ficción en los hogares, Coronado dice que, aunque es “una pena tremenda” que se pierda “la ceremonia de ir al cine”, es una nueva realidad que hay que aceptar y asumir. “El compartir con 500 personas, con una misma energía, una historia que te cuentan en pantalla grande se ha perdido, ya no lo recuperaremos y es una pena tremenda”, insiste, pero por otro lado se ha ganado muchísimo trabajo para mogollón de actores y actrices. Hay que pensar que según AISGE (entidad de gestión de derechos de artistas e intérpretes), sólo el ocho por ciento de los actores y actrices de este país viven de la profesión”. Y apostilla: “Está claro que las plataformas y las series han dado de comer a la mitad de la profesión”.

Admite que las nuevas tecnologías tienen cosas positivas, pero la forma en que se consumen ahora los productos televisivos no tiene nada que ver con la de antes. “Antes tú te veías tu capítulo, lo comentabas durante la semana, lo reflexionabas, había coloquios, diálogo, ansiabas y esperabas el siguiente, y ahora no es así. Ahora te metes cuatro capítulos directos el sábado y otros cuatro el domingo, y es una forma de no degustación porque te lo tragas, no lo degustas. Y entonces yo creo que se pierden muchísimas cosas que antes había”, indica el actor.

Finalmente, hablamos de sus proyectos a corto plazo, entre los que se encuentra su posible participación en la nueva película de Víctor Erice, responsable de títulos imprescindibles del cine español como “El espíritu de la colmena” y “El Sur”, que no rodaba un largometraje desde “El sol del membrillo” (1992). Me cuenta que la película de Erice está pendiente de una subvención y que le encantaría hacerla, pues cree que el autor de “El Sur” es “marca España” y trabajar en una obra suya supone llevar ese emblema por el mundo entero. Además, en unos meses comenzará el rodaje de la tercera temporada de “Entrevías”, serie de televisión que puede verse en Netflix y cuyas dos primeras entregas, dice, han sido un éxito, convirtiéndose en la serie de televisión en español más vista en el mundo.

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