La histórica Isla de León (Cádiz) y la Taberna El Embrujo

Por: Antonio de Lorenzo

Existen ciudades peninsulares, como la histórica ciudad de Cádiz, cuyo atractivo radica tanto por el carácter de sus gentes, como por su cultura, historia milenaria y un clima cálido y veraniego, donde se puede explorar la vida con todas sus implicaciones: gastronómicas, sociales, económicas y turísticas.

Porque goza además de una historia sumamente rica, con gran influencia romana y árabe, llena de cambios que han afectado la capacidad económica y las riquezas de la ciudad a lo largo de cada etapa.

Dicen que esta histórica ciudad es la más antigua del continente. El 1104 a.C  figura como el año de fundación, cuando la ciudad nace tras culminar la famosa Guerra de Troya. La población de La Isla se remonta a la época de colonización fenicia, pueblo que se asentó en ella en torno al año 1100 a. C.

De los puertos andaluces partieron numerosos descubridores, como  Cristóbal Colón o Álvar Núñez Cabeza de Vacao  y  muchos conquistadores, lo que propició, siglos después, la creación de una sociedad burguesa gaditana, liberal y revolucionaria. Como ciudad que tuvo el monopolio comercial  con América, sede de la Casa de Contratación y Flota de Indias y  fue escenario de la creación de la primera constitución española.

Durante la  invasión napoleónica Cádiz y San Fernando resistieron al asedio francés. Por este motivo el Gobierno de la nación fue trasladado a San Fernando. La ciudad fue atacada por 60.000  franceses al mando del mariscal Claude Víctor. En la defensa de la ciudad participaron 2.000 españoles que recibieron una ayuda de otros 10.000 más del resto peninsular, así como tropas  británicas y portuguesas. El asedio duró dos años y medio.

Histórica Constitución de 1812

La isla de León se halla en la bahía de Cádiz , en la costa atlántica, ocupada por el municipio de San Fernando​ en la provincia española de Cádiz, Andalucía. Se conoce con este nombre por la familia Ponce de León, propietaria de la isla en el siglo XV como parte del Marquesado de Cádiz.

En las crónicas griegas se menciona un poblado a las afueras de la histórica ciudad de Cádiz, conocido como  la Isla de León. Los romanos se referían a ésta como Antípolis, del griego Ἀντίπολις “frente a la ciudad”, con referencia a la histórica ciudad de Cádiz.

Desde 1729 a 1813 se denominó Villa de la Real Isla de León. Por eso, el juramento de las Cortes de 1810 se denomina de las Cortes de la Real Isla de León.

En 1811 se  convocó a los diputados de todos los territorios de la monarquía (incluyendo Hispanoamérica y Filipinas) para redactar la Primera Constitución de España. Se firma en el Real Teatro de las Cortes de San Fernando y finalmente se aprobó en el  Oratorio de San Felipe Neri el 19 de marzo de 1812, día de San José; y de ahí el sobrenombre de la Pepa que le dieron los gaditanos. La constitución, de marcado carácter liberal, establecía el sufragio, la libertad de imprenta, abolía la Inquisición, acordaba el reparto de tierras y la libertad de industria, entre otras cosas.

Aprender a viajar es un arte

Cada viajero tiene su particular manera de buscar lo singular. Algunos recurren, además de la cuantiosa información que facilitan los servicios turísticos de cada localidad, si los hay, a los taxistas, a ciudadanos que se muestran comunicativos, empleados hoteleros o ciudadanos circunstanciales, si nuestros conocimientos del idioma local lo permiten.

Una de las fuentes más fiables consiste en acudir a las plazas o lugares más concurridos, entre ellos las del mercado, donde los comerciantes ofrecen los productos básicos que consumen los moradores de cada lugar y, a través de la observación, llegar a conclusiones sobre la forma de vida de sus habitantes, sus hábitos de consumo y los bienes que producen en su territorio.

En cada viaje es preciso someter nuestro criterio a la veracidad más objetiva de cuando aparece ante nosotros. «De luengas tierras, luengas mentiras», nos recuerda un viejo proverbio que incorpora dos advertencias: primero, la desconfianza de la fidelidad de la información que manejamos; segundo, que los viajeros corren riesgo de exagerar, desfigurar y hasta fingir, haciendo formar ideas muy equivocadas sobre el país que describen por el vanidoso prurito de hacerse interesantes y de darse importancia contando peregrinas aventuras.

Cuando miramos un territorio sólo a través de los ojos, todo el país intermedio queda oculto, en cuanto a lo que concierne a ideas, religión, usos y costumbres. Baste recordar las necedades y disparates que han publicado algunos extranjeros que han viajado por España. Le sucede igual al pintor que se empeña en sacar copia de originales que no conoce bien.

Cuando el viajero observa de cerca lo que ha leído al preparar el viaje, se abre a su conocimiento nuevos conceptos sobre agricultura, artes, comercio, ciencia, política, ideas populares, religión, usos, costumbres, carácter… observados en la realidad de su viaje.

¿Cómo se hacen la mayor parte de los viajes? Pasando por los lugares más famosos, deteniéndose en los puntos principales y atravesando el país intermedio tan rápidamente como sea posible para ahorrar tiempo, economizar dinero y disminuir molestias. Si no se hace así, pueden contentarse con cuatro cosas generales, que os sacarán airosos de una conversación con vuestros iguales en aquella clase de conocimientos; pero guardaos de afirmar sobre estos datos un sistema filosófico, político o económico, y andad con tiento en lucir vuestro conocimiento si os encontrarais con algún natural del país y no queréis exponeros a ser objeto de risa.

Descubrir la Taberna El Embrujo

Conozco la Isla de León desde hace años. No por eso abandono la ocasión, aprendida desde muy joven, de abrir mi curiosidad a nuevos descubrimientos. En mi último viaje, con ocasión de las desgracias que trajo a nuestro país la mortífera y dañina Dana, con las inundaciones de finales de octubre, a las localidades que rodean la capital de Valencia, turbulencia que se inició en Andalucía y que sufrimos en la histórica ciudad de Cádiz con copiosas lluvias, en nada parecidas a las de la capital levantina.

Después de visitar la Oficina local de Turismo para hacernos con las novedades que patrocina el ayuntamiento de San Fernando, el día, entre gruesos nubarrones que amenazaban tormentas y mucha agua, se abrió de pronto y la ciudad despertó, cual hormiguero, para llenar sus calles, plazas, comercios y terrazas de propios y de extraños.

Habíamos decidido realizar una breve visita al mercado municipal de abastos, del que alguien nos había comentado que en un puesto elaboraban sabrosos precocinados.

Ya se sabe que, en un diálogo abierto, una cosa conduce a otra, hasta acabar recibiendo la información que deseabas escuchar, si es que te mantienes atento y observante a los comentarios. Allí nos hablaron de la Taberna del Embrujo, en el número 9 de San Dimas, esquina Santa Cruz. Y hacia ese lugar nos encaminamos sin demora. Eso sí, éramos inicialmente dos parejas y la cosa de convirtió en nueve comensales un poco más tarde.

Surgía la necesidad de realizar una urgente reserva de mesa. Y en la primera parada de taxis que hallamos en la calle Real, pedimos referencias de la taberna. No sólo nos facilitaron el lugar exacto para utilizar el Mapa del móvil, sino que nos dieron datos más preciso.

Ciertamente, pensamos, la decisión era precipitada y corríamos el riesgo de cometer un error. Nada más atravesar la puerta de la taberna y acomodarnos en unas mesas con altos taburetes con respaldo, nos dimos cuenta que ciertamente era un lugar diferente.

El local aparece profusamente decorado y dispone de ambientes bien definidos: un rincón taurino, otro religioso, el del flamenco, el del vino y el de los militares, con su decoración específica cada uno; el nuestro era el del vino gaditano. Y no tardaron en ofrecernos aperitivos y entrantes con las bebidas preferidas por cada comensal: agua, cerveza y vino, blanco y tinto. Lo mejor, en este primer acto previo al almuerzo: una selección de quesos Payoyo, de la sierra de Grazalema.

Sendas pizarras colgadas en la pared anunciaban las especializadas de la casa. Reproducimos las dos para que se hagan composición de lugar:


Primera pizarra:
Salmorejo cordobés Tomate “aliñao” Ensalada de queso de cabra Ensalada de pimientos “asaos” Ensaladilla de gambas Atún rojo “estofao” Bacalao con langostinos Calamares al ajillo Gallo a la plancha Huevas con capote.

Segunda pizarra:

Albóndigas de chocos Huevos con langostinos Pimientos a la española Pechugas al cabrales Tortilla campera Revuelto de rabo de toro Hojaldre de retinto Carrilla “ibérica” Filetitos al Tío Pepe

Seleccionamos un conjunto de platos para compartir un poco de todo. Tanto de todo que la mayoría de los veteranos empezamos a necesitar un tiempecito para la siesta. El remate del almuerzo no fue el postre, sino un “chupito” de Pedro Ximénez con brandy de 15 años, delicioso y definitivo para demandar la consiguiente siestecita.

Carlos, el propietario, con voz potente y rápida, lo controla todo, y sus ayudantes Pepi y Remi ejecutan las comandas, que Sara y Noelia gestionan en la cocina con diligencia. Un engranaje que funciona como un reloj, para desear volver otra vez: “casi ná”.

Las fotografías que acompañamos les ilustrarán sobre el ambiente de la taberna; de los olores y sabores de la comida no seré tan osado como para describirlos. Si alguno visita la histórica ciudad de Cádiz lo podrá experimentar.

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