Por La Madre Imperfecta
¡Ay, mi querida mami con complejo de «mala madre»! Tu pregunta es el himno nacional secreto que resuena en la cabeza de cada mujer con hijos, justo después de las tres de la mañana, cuando el niño tose o no encuentra el calcetín del uniforme. Te sientes «mala madre» porque el hummus casero no salió, el táper no tiene dibujitos de superhéroes, o porque, ¡horror!, miraste el móvil en el parque. ¡Bienvenida al club! El club de las Madres Humanas, donde la perfección es un mito y la supervivencia, una victoria diaria.
Mira, la «madre perfecta» es un personaje de ficción, creado por las redes sociales y los cuentos de hadas. Es esa señora que hornea galletas sin gluten con forma de unicornio, que habla cinco idiomas con su bebé, que organiza actividades Montessori mientras hace yoga y que nunca, nunca se le olvida la excursión al museo de los dinosaurios. ¡Esa mujer no existe! Es un holograma, una leyenda urbana, o quizás, una actriz muy bien pagada.
¿Por qué te sientes «mala madre» por el hummus o el táper?
Porque la culpa maternal es como un superpoder que se activa con la más mínima imperfección. Es un duende travieso que te susurra:
«¡No hiciste el hummus casero! ¡Tu hijo comerá garbanzos de bote y desarrollará una aversión a la comida saludable de por vida!» (Spoiler: no pasará).
«¡El táper no tiene dibujitos! ¡Tu hijo será el marginado del comedor y recordará este trauma en terapia dentro de veinte años!» (Doble spoiler: no lo hará).
«¡Miraste el móvil en el parque! ¡Tu hijo se sentirá abandonado y buscará el amor en brazos de un algoritmo!» (Triple spoiler: probablemente no, pero sí, hay que dosificar la pantalla).
El Test de la Madre imperfecta para saber si eres una «Mala Madre» (con humor, claro)
¿Tu hijo está alimentado? (Aunque sea con nuggets de pollo y patatas fritas por tercera vez esta semana).
¿Tiene ropa limpia? (Aunque sea la misma camiseta de ayer porque no doblaste la ropa).
¿Tiene un techo sobre su cabeza? (Aunque esté lleno de juguetes sin recoger).
¿Te quiere? (Probablemente sí, incondicionalmente, incluso con tus ojeras y tus suspiros).
¿Se ríe contigo? (Incluso si es porque te caíste al intentar hacer un baile de TikTok).
¿Alguna vez le has dado un abrazo? (Si la respuesta es «sí, hoy mismo, y ayer, y anteayer…», vas por buen camino).
¿Te preocupas por él/ella? (La respuesta es un «sí» rotundo, ¿verdad? Esa preocupación ya te hace una buena madre).
Si has respondido «sí» a la mayoría de estas preguntas, ¡felicidades! No eres una «mala madre». Eres una madre real. Una madre que se equivoca, que se cansa, que olvida cosas, que a veces prefiere un café en silencio que una sesión de manualidades con purpurina. Y eso, mi querida, es más que suficiente.
El amor de tus hijos no se mide en hummus casero o táper de superhéroes, sino en tu presencia, en tus abrazos, en tus risas, en el hecho de que, a pesar del caos, estás ahí. Así que, deja de lado el látigo de la culpa, compra el hummus de bote sin remordimientos y recuerda: la mejor madre no es la perfecta, sino la que ama con todo su imperfecto y agotado corazón. ¡Y esa, sin duda, eres tú!

