Por Javier Cuenca
Su violín ha sonado en discos de Ariel Rot, El Kanka y hasta del mismísimo Bertín Osborne, y ha acompañado en directo a artistas noveles, como Lope Villano o Pablo Bermejo, y veteranos, como Miguel Ríos. Pero además de un excelente violinista, Manu Clavijo (La Plata, Argentina, 1977) es también cantante y compositor, autor de una breve pero sólida discografía que da ahora un paso más con la publicación de “No nos conocemos de nada”, su más reciente y mejor trabajo. Más Noticias ha charlado con él para conocer detalles sobre este magnífico disco.
“No nos conocemos de nada” es un álbum generoso en canciones, 17 nada menos, con cierta vocación clásica y guiños a la rumba e incluso al blues. Es un título contundente, que no responde al de ninguna canción del disco, ni siquiera a alguna frase que el artista haya rubricado a lo largo del trabajo.
Inmediatamente me lo aclara: “Tiene que ver con la falta de entendimiento del ser humano consigo mismo. Digamos como que uno, conforme se va haciendo mayor, va descubriendo cosas de uno que no le gustan o que no entiende. Tiene que ver con eso: con mirarse al espejo y no reconocer algunos comportamientos y algunas actitudes e intentar hacer un poco autoterapia, conociéndose a uno mismo. Conectar con cosas de la infancia y la adolescencia, intentar llevarse mejor con uno mismo”.
En cuanto al generoso número de canciones que integran el álbum, explica que se trata de “un capricho” porque tiene una forma de recopilar sus composiciones que cree que no es la manera habitual en que lo hacen los demás. “Yo lo que hago es grabar las últimas que he compuesto que me gustan, pero luego tiro para atrás y si de repente recupero una canción que tiene diez o doce años que me gusta y que nunca he podido grabar, lo hago también porque dentro del mosaico, el colorido que es todo lo que quiero contar, es bonito encontrar algo compuesto hace diez años porque tiene otro lenguaje, otra musicalidad, otras connotaciones, por lo menos para mí. Es bonito montar ese collage diciendo que este soy yo, pero también soy yo el de hace varios años”, añade.
En cualquier caso, subraya que incluir tantas canciones tiene algo de “kamikaze”, pero la intención es que queden ahí, “y si el público las va escuchando poco a poco, o las va picoteando sueltas, me es un poco indiferente. Digamos que no tengo una estrategia de marketing súper trabajada de voy sacando un single… No. He grabado esas diecisiete, las despacho ahí y que lleguen hasta donde tengan que llegar. No me preocupa muchísimo porque también mi carrera musical está basada en tocar con otra gente y hacer otras cosas. Digamos que los discos son pequeños caprichos que me voy dando”.
Lucha interna
La producción de “No nos conocemos de nada” ha corrido a cargo de Gonzalo Lasheras, responsable de discos de Luis Eduardo Aute, Jorge Drexler o Esclarecidos. Precisamente la admiración de nuestro entrevistado por este grupo fue una de las razones que le empujó a contar con él. Otro motivo es que Lasheras estaba trabajando con cantautores de su círculo como Daniel Hare o Gabriel Vidanauta. “En una ocasión tuve oportunidad de ir a grabar unas cuerdas para un disco de otra persona a su estudio y conecté muy bien con él. Y le propuse que cuando hiciera el siguiente disco me gustaría hacerlo con él”, detalla el músico.
Clavijo montó todo el repertorio del disco junto a un batería (Ignacio Rodríguez), un contrabajista (Iván Escudero) y un pianista (Luis Fernández). “Gonzalo vino al local de ensayo a escuchar las canciones que teníamos montadas con la banda y así se grabaron, prácticamente. Hubo cosas de algunos arreglos concretos que él me echó una mano, sobre todo el proceso de mezcla, pero todos los demás arreglos los teníamos ya bastante planteados”, explica.
Le pregunto cómo conviven el músico que presta sus cuerdas a diferentes artistas y el cantautor que decide componer y grabar sus propios temas. “Hay una lucha interna: el violinista es el que más trabajo tiene, el que más dinero aporta a la empresa familiar, pero el cantante es el caprichoso que tiene a lo mejor un poquito más de ego y quiere contar sus historias y salir a la luz. Es mucho más difícil llevar una carrera en solitario porque requiere una dedicación casi exclusiva para que el proyecto salga adelante, y en mi caso esa dedicación no se la puedo dar porque estoy mucho tiempo tocando con otra gente para pagar las facturas, básicamente”, cuenta.
Pero insiste en que la relación entre ambos es buena. “Me doy el capricho cada tres o catro años de hacer un disco grande porque tengo canciones y porque creo que están muy bien. Me gustaría cantar más de lo que canto y salir más a cantar fuera, pero estamos en un momento un poco complicado y cuesta hacer público. Pero estoy muy contento porque lo que me interesa es ir dejando cosas hechas”, asegura el artista.
Cree que las redes sociales tienen una gran importancia en la promoción musical actual, aunque precisa que a él ya no es que le hayan pillado un poco mayor, que también, sino desentrenado de este tipo de estrategias. “Yo, por lo general, suelo tener bastante paciencia, pero el uso que le doy a las redes sociales es bastante natural, en el sentido de que si tengo que colgar un vídeo de promoción no preparo todo un escenario o un vestuario. Intento ser lo más natural que puedo porque realmente yo soy así en mi relación con la música y con la gente que me rodea”, explica.
Y prosigue: “Entonces con las redes me llevo un poco regular porque creo que no cumplo con los requisitos, que es estar continuamente subiendo contenido. Pero uno tiene miedo de ser un poco pesado porque luego ves gente en las redes que es muy pesada. Hay que intentar aprender de la gente que lo hace bien, y la gente que más me gusta es la que lo hace de forma natural, aunque no sea la más comercial, la más rompedora o la más llamativa. Hay mucha lucha”.
Dice que lo fundamental, para defender una carrera como artista, es ser muy constante, trabajar mucho en el propio proyecto para que se perciba que existe ese trabajo y buscar aportar algo que no exista, diferente aunque sea en un pequeño margen. “No sé si hay muchas oportunidades o pocas, pero el camino tiene que ir haciéndoselo uno y las expectativas tienen que ser realistas. La labor de uno es hacer un buen trabajo creativo y un buen trabajo de cómo se lo presentas al mundo. Y creo que a partir de ahí no depende de uno; depende de la suerte, de los contactos, de las oportunidades y también de las habilidades sociales. Hay muchos factores”, indica.
Reconoce que estamos en un momento en el que existe mucha libertad creativa, pero escasea la promoción. “Hace cuarenta años te daban toda la promoción del mundo, pero no podías elegir cómo era tu portada o qué canciones llevabas. Digamos que siempre hay algo que compensa lo otro”, señala.
La idea ahora es que el disco, disponible en formato físico y digital, llegue lo más lejos posible y a la mayor cantidad de gente posible. Dice que las expectativas son modestas en cuanto a conciertos, al menos fuera del ámbito de Madrid, pero confía en que el disco suene en las casas y conecte con las personas que lo escuchen. “Que dé algún mensaje bonito, agradable, de quitarle importancia a las cosas, al pasado, que no nos pese tanto. Ese es el mensaje del disco: uno no acaba de conocerse a uno mismo, pero puede trabajar por hacerlo y viene muy bien”, subraya el músico.
Para concluir, y teniendo en cuenta que hace unos años era una presencia habitual en diferentes Micros Abiertos de la capital madrileña, le pregunto qué importancia cree que tienen estos espacios para los artistas. “Tienen mucha importancia, sobre todo cuando uno está empezando, ya no por lo que supongan para ganar público, sino porque las canciones se ruedan. Está bien que tus canciones se expongan ahí para luego poder recibir algún comentario y como prueba personal para ver cómo funciona esa canción o cómo conecta con la gente. Creo que son sitios a los que hay que acudir durante una temporada y luego volar uno un poco solo. Y creo que se aprende mucho de ver a otra gente. Es bonito lo que se monta ahí”, precisa.