Por Duaa Naciri Chraih
Hace no tanto, decir que querías ganarte la vida jugando a videojuegos era motivo de risas. Algo que se hacía para matar el tiempo, entre risas con amigos, después de clase o un domingo cualquiera. Hoy la cosa ha cambiado tanto que cuesta imaginarlo: los eSports o deportes electrónicos llenan estadios, reparten premios millonarios y convierten a chavales que antes jugaban en su cuarto en auténticas estrellas con miles de fans. Para entender por qué todo el mundo habla de ellos no hace falta ser un entendido. Basta con fijarse: en un bar cualquiera, un grupo de chicos sigue una partida como si fuera una final de Champions. En Twitch, miles de personas comentan jugadas desde la cama, en el metro o entre clase y clase. Lo que antes era cosa de cuatro amigos hoy mueve mareas enteras de gente que aplaude, grita, debate y suelta memes en tiempo real.
¿Y qué son exactamente los eSports? Competiciones de videojuegos organizadas como si fueran deporte profesional. Equipos, entrenadores, contratos, horarios, rutinas de entrenamiento y, sobre todo, mucha disciplina. Porque aunque algunos todavía piensen que es solo sentarse delante de una pantalla, la realidad es otra: los jugadores de élite pasan horas entrenando, analizando partidas, mejorando reflejos y afinando estrategias. Si te despistas, te quedas fuera.
Algunos juegos se han vuelto leyenda. League of Legends es el rey indiscutible: millones de personas siguen cada torneo como si fuera una Copa del Mundo. Fortnite cambió las reglas del juego cuando millones de chavales empezaron a construir fortalezas y a bailar pasos imposibles frente a la consola. Y títulos como FIFA o Counter-Strike mantienen ligas y torneos en los que se reparte más dinero del que muchos imaginan.
Lo que engancha no es solo el juego: es el show. Ver a los mejores, reírse con sus piques, aprender un par de trucos para luego presumir con los amigos. Y saber que detrás hay algo serio: contratos, patrocinadores, equipos que viajan de país en país, sueldos que nada tienen que envidiar a algunos deportistas de siempre. Muchos clubes de fútbol de toda la vida han metido un pie en este mundo, fichando jugadores y montando secciones de eSports como si fuera una plantilla más. La clave de este boom está en internet, claro. Mientras otros deportes siguen anclados a la tele de toda la vida, los eSports nacieron pegados a Twitch, YouTube y cualquier red donde haya una pantalla. Todo pasa en directo y se comparte al segundo. Da igual estar en Madrid, Buenos Aires o Tokio: la grada está donde esté el móvil. Y para muchos chavales, que prefieren ver a su jugador favorito mientras meriendan que sentarse delante de la tele, eso lo cambia todo. Muchos padres se siguen preguntando qué gracia tiene ver a otros jugar en vez de jugar uno mismo. La respuesta es casi siempre la misma: emoción. Lo mismo que engancha a quien grita un gol desde el sofá o madruga para ver la final de la NBA. Hay tensión, hay héroes, hay jugadas imposibles y la ilusión aunque sea remota de imaginarse ahí arriba, jugando delante de miles de personas. Y aunque la mayoría nunca llega, alrededor florecen academias, clubes de barrio, torneos locales… Hoy muchos adolescentes prueban suerte en ligas amateur o sueñan con que su canal de Twitch dé el pelotazo. No todos lo consiguen, pero muchos descubren habilidades que les abren puertas: diseño, programación, narración, redes sociales. Algo que empezó como un rato jugando con amigos ahora genera profesiones que ni existían hace unos años.
Para los que siguen sin verlo claro, basta mirar las cifras. Finales mundiales con estadios llenos, millones de dólares en premios, audiencias que ya compiten con grandes eventos deportivos. Y un puñado de jugadores que, cuando apagan la consola, firman autógrafos, venden merchandising y se convierten en referentes para toda una generación. Queda quien discute si esto es deporte o no. Para muchos chavales la respuesta da igual: es rivalidad, comunidad, adrenalina y risas compartidas. Lo que toda la vida ha movido a la gente, ahora cabe en una pantalla. Quizá por eso todo el mundo habla de los eSports. Porque, en el fondo, no han inventado nada nuevo: solo han cambiado el campo de juego.