miércoles, abril 24, 2024

Tania Navarro: «Hace 58 años ser transexual era un pecado mortal»

Texto: Sandra Cuenca/ Fotos: T.N.

Tania Navarro acaba de publicar su primer libro, «La infancia de una transexual en la dictadura«, donde cuenta cómo fue su infancia siendo transexual, marcada por el momento político y social que se vivía en España. Su vida ha sido un infierno simplemente por el hecho de sentirse mujer en un cuerpo de hombre. Tania guarda muchos recortes de prensa y documentos de aquella época, uno de ellos es de octubre de 1975, donde, tras ser detenida en Barcelona, la policía escribe de ella que es “homosexual y maleante”. Es una luchadora incansable que no se rinde ante nadie ni ante nada, si no lo ha hecho en todos estos años, no lo hará ahora.

Ella se considera una persona con mucho sentido del humor y muy guerrillera, un poco Che Guevara, no se pierde ni una sola manifestación LGTBI en la que reivindicar los derechos de este colectivo, de hecho, la primera manifestación que se hizo en Barcelona, en el año 1977, contra la represión y la tortura a los homosexuales y transexuales, la organizó ella.

Es a los 6 años cuando se da cuenta de que se siente mujer. “En mi casa éramos cinco hermanos: tres chicas, un chico y yo. Antes no era como ahora, hace 58 años era un pecado mortal ser transexual, bueno, entonces se llamaba ser maricón, ni siquiera existía la palabra travesti”, recuerda Tania.

¿Cómo era ser transexual en aquella época?

Yo no sabía nada de aquellos temas, solo sé que con 8 años le quitaba la ropa a mi hermana Marina y me iba a la feria a bailar, allí me daban fichas para los coches de choque y bocadillo. Yo en mi casa he pasado hambre. Mi madre no se enteraba de todo esto, ella estaba todo el día trabajando para mantenernos. A pesar de haber pasado por casi todo y de haber sufrido un millón de perrerías, me cambié de sexo hace muchos años, no pudieron conmigo. Yo siempre digo que soy transexual, nunca he dicho que soy mujer, mujer eres tú que así has nacido. Ahora tengo una vida bastante estable y tengo dos hijas, una de 21 y otra de 47 años. La mayor es hija biológica, fruto de una relación esporádica con una compañera del cabaret donde trabajaba. Ella desapareció y 3 años después me enteré que tenía una hija. La pequeña es hija de mi marido, pero es como si fuera mía ya que estuvo conmigo desde que nació. La madre no es la que pare si no la que cría.

Estuviste en el reformatorio, pasaste por la cárcel… ¿eso te deja marcada para toda la vida?

Eso nunca se supera, es como la muerte de un hijo o un ser querido, aprendes a vivir con ello. Gracias a dios soy una mujer muy transparente y psicológicamente no tengo una marca negra. Ayudo a todo el que puedo y en lo que puedo, al colectivo LGTBI, a las mujeres maltratadas, a alcohólicos anónimos… Siempre he sido así, no soy una persona que se quede quieta en casa.

¿De dónde sacas esas fuerzas para seguir adelante después de todo lo que has pasado?

Siempre soy capaz de sonreír, todo lo malo que me hacen lo convierto en cariño. Mi madre siempre me decía que según lo que sembrara así recogería. En aquella época yo estaba muy rabiosa, me pasaba la vida en reformatorios, me rapaban la cabeza y me castigaban, pero mi madre era como una tabla de salvación. Cada vez que me metían en un reformatorio me escapaba hasta que me volvían a coger. Me pegaban palizas en la ducha con toallas mojadas, mientras me llamaban “maricón degenerado”. Hace 59 años, a mi madre la convencieron los vecinos para que me encerrara, le decían que me vendría bien y que me haría un hombre, imagínate. Aquello, me llevó a irme al Barrio Chino de Barcelona a acostarme con hombres a cambio de un bocadillo o un plato de sopa, incluso por una cama donde dormir, a mi casa no podía ir. El gobierno de la Dictadura me tachó de presa política y me dieron 5.500€ de indemnización. Ahora estoy yendo al colegio, enseñanza para adultos, yo no sabía ni leer ni escribir y lo poco que sabía lo aprendí en la cárcel. Empezar a escribir este libro ha sido maravilloso, el día que decidí hacerlo no dudé y una amiga maestra lo leyó y lo corrigió.

¿No tuviste ninguna duda? No iba a ser fácil recordar por todo lo que habías pasado…

Ninguna. Ya había contado algo en algún artículo y entrevista, en el año 82. De hecho estoy escribiendo el segundo libro. El único problema, a la hora de ponerme, fue la escritura, ya que todavía tenía faltas de ortografía. Tenía claro que quería escribir un libro contando lo que me había pasado y como había vivido, pero tal cual, tal y como había sido mi vida. La gente me para por la calle, personas que me conocen desde hace treinta años y que no sabían que yo era transexual. Quiero decir que mi libro está dedicado a mis hermanas, MarinaSonia, esta última fue asesinada por los neonazis en el año 91.

Has vuelto a la cárcel donde estuviste presa hace años, presentaste tu libro y firmaste ejemplares… ¿Qué sentiste al volver allí?

Sentí dolor, me descompuse… esa es la verdad. Hicimos un recorrido y aún recordaba donde estaba todo. Volver a “La Modelo” a firmar ejemplares no fue fácil, se me saltaron las lágrimas unas cuantas veces. Pude entrar en todos sitios menos en mi celda, estaba cerrada con cadenas. Allí me destrozaron la vida con 16 años y había momentos, en que sentía que lo estaba viviendo de nuevo, era como si me hubieran puesto una película. Yo entré en aquella prisión en el año 72 y con falda, me raparon la cabeza. Aquella primera noche en la celda fue horrorosa y eso que en el colegio y en el reformatorio me habían hecho de todo, pero violarme nunca. Es verdad que yo había ejercido la prostitución porque la vida me había obligado.

¿Qué van a encontrar los lectores en tu libro?

Yo lo que quiero es contar mi historia y que las que vengan detrás no pasen nunca por lo que yo he pasado. Qué los padres se enteren de lo que les pasa a sus hijas e hijas, pero que no les echen a la calle. Hoy en día hay sitios donde pueden ayudar e informar. Nunca voy a parar de contar mi historia, quiero que la gente aprenda un poco. Soy una persona, aunque algunos digan que estoy “un poco equivocao”, eso ya lo arregle yo y ahora me siento feliz.

Sigues luchando por los derechos de los transexuales, ¿hasta dónde te gustaría llegar y que te gustaría conseguir?

Para mí, lo que quiero es conseguir tener una vida estable y que a nivel económico pueda vivir dignamente. La casa en la que vivo ahora me la ha dado Bienestar Social, pago un alquiler social, pero yo vivía en la calle porque lo perdí todo. Esquerra Republicana me ha ayudado mucho y gracias a este libro tengo esta casa. Pero aun así, estoy caminando por la cuerda floja, si tuviera veinte años menos me haría la maleta y me iría a buscarme la vida. Necesito una estabilidad para la vejez, llevo 3 años en esta casa, pero después ¿Qué haré?, tengo una pensión de 590€. Ahora es cuando estoy descubriendo el cariño, jamás pensé que me podría pasar lo que estoy viviendo ahora,  porque no tuve infancia. 

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