viernes, abril 19, 2024

Una noche de fiesta y mil historias para contar

Texto: Sabrina Bouzas

Una ducha larga a treinta y cinco grados, media hora de maquillaje y peinado, y otros quince o treinta minutos para elegir y convencerme de que el outfit es el correcto. Un par de minutos de análisis frente al espejo, colonia, mucha colonia, y tras un último reojo al espejo, el tiempo empieza a correr en la calle.

Somos dos amigas, tan parecidas que hasta nos consideran hermanas. Misma presencia, pensamientos iguales, planes perfectos compartidos y gustos muy similares. Nos encendemos un cigarro, y un día más, mientras hablamos, porque mira que hablamos… sabemos hacia dónde nos dirigimos. Nos conocemos la ruta, tenemos clara la ronda, y si nos apuras y nuestros cálculos no fallan, sabemos hasta con quién nos vamos a encontrar a cada momento.

Hacemos la primera parada, un vino blanco para cada una, y si hace frío ya podemos estar abrigadas porque cogemos la primera mesa de la terraza. Encendemos otro cigarro, y sin quitar el ojo de la plaza, prestamos atención a nuestros comentarios al mismo tiempo que no perdemos detalle de todo lo que pasa a nuestro alrededor. En este momento, ya tenemos claros nuestros propósitos de la noche, y como buenas amigas, cada una por sí misma y la una por la otra, vamos a tratar de acercar la noche a nuestros ideales.

Continuamos con la ronda y hacemos la segunda parada; otro par de godellos y una porción de pizza para cada una. De nuevo la primera mesa de la terraza y un cigarro más para volver a comentar. Seguimos analizando, y a medida que el tiempo va corriendo y las personas están pasando, cultivamos más nuestras ideas y conocimientos. Debatimos, mantenemos conversaciones profundas sobre los temas que nos preocupan y nos conciernen. Nos ponemos un poco sentimentales y por unos instantes, hasta se nos puede llegar a escapar algún detalle de lo que a nuestro alrededor sucede. Pero una vez hemos escuchado nuestros desahogos, nos ponemos en pie, hacemos un brindis, apoyamos, y continuamos con nuestra trayectoria.

Última parada de la ronda de vinos, y volvemos a cerrar con otros dos godellos y un pincho elaborado al más puro estilo de la ciudad. En este momento nos empezamos a animar, nos alegramos la una a la otra haciéndonos reír a carcajadas, y con el vino en una mano y de nuevo un cigarro en la otra, nos la jugamos a apostar con lo que nos vamos a encontrar y todo lo que a partir de ese momento va a suceder.

Un brindis más, y levantándonos al mismo tiempo del taburete, encendemos otro cigarro para el camino y nos ubicamos a los dos minutos en el local donde nuestras consumiciones van a cambiar.

Dos gin tonics, fuera abrigos, la música a todo volumen y cantando a voz en grito. En este momento, la noche no ha hecho más que empezar y todas las historias se desarrollan a partir de ahora…

Estamos como en casa, saludamos a todos y cada uno de los camareros, le pedimos al DJ que ponga en cola nuestra lista de canciones, y en este trayecto de besos, choques y abrazos, ya hemos hecho una visual y tenemos controlados a todos los grupos del local.

Nos posicionamos en el lugar que más nos interesa, habitualmente en la misma esquina de siempre desde donde sin movernos llegamos a tener todo controlado; y tras un par de miradas de complicidad como aviso de lo que nos rodea, ya no paramos de disfrutar.

Suena Vacaciones de Estopa, sin duda una de nuestras canciones favoritas. La cantamos y disfrutamos de principio a fin, y cuando suena el último compás, como si todo estuviese medido, nos giramos hacia la puerta y mira quién entra…

Una de nuestras exparejas acaba de entrar, y haciendo el largo de la barra se dirige hacia donde nosotras estamos. Tenemos picardía y mucho carácter, y aunque a lo mejor estas situaciones deberían de ser incómodas, a nosotras nos provocan cierta gracia.

La puerta se vuelve a abrir, y volteándonos de nuevo para no perdernos nada, nos llevamos otra grata sorpresa. Cruzando el local y dirigiéndose también hacia nuestra zona, cada vez se acerca más uno de los chicos por los que se podría decir que suspiro.

En este momento suena Besos de El Canto Del Loco; uno de nuestros chicos se encuentra con su grupo de amigos a nuestra derecha, mientras que el otro sin quitar el ojo de encima, está ubicado a nuestra vera.

Nuestra lista de canciones no deja de sonar, el ambiente de la noche se encuentra a nuestro favor y las personas que nos interesan están de nuestro lado, desde luego de esta noche no puede salir nada malo.

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