Redacción
La fiesta no se celebra desde el año 2020, debido a la pandemia.
Después de dos años de ausencia, vuelve a Almonacid de Zorita la fiesta de las Águedas. Se cumplirán con ello 24 años desde la recuperación de esta tradición, cuyo origen en el pasado almonacileño se pierde en el tiempo.
Los mayores del pueblo de Almonacid cuentan que era costumbre, cuando nacía un niño o niña, recibir su venida al mundo acercando la imagen de la Santa a casa de su familia.
Fue el grupo de baile de Almonacid el que rescató esta tradición de las ‘Aguedas’, inicialmente como fruto del trabajo de unas clases de folklore, de cantes y bailes, en las que, además, se confeccionaron las vestimentas características que aún hoy se lucen cuando llega el momento.
En la villa alcarreña la celebración empieza el viernes, como volverá a suceder este próximo día 4 de febrero. En el Salón de Plenos, la alcaldesa de Almonacid, Beatriz Sánchez, cederá el bastón de mando del Ayuntamiento a la alcaldesa de las Águedas, voluntaria o elegida por sus compañeras, según el año.
El día grande de las Águedas en Almonacid llegará el sábado. A eso de las doce de la mañana, llegarán los músicos, los Dulzaineros Kalaberas, de Guadalajara, que llevan tantos años amenizando la celebración con sus gaitas y tambores como ediciones tiene la recuperación de la fiesta.
Es costumbre que la corporación, acompañada por los músicos, suba a la casa donde vive la alcaldesa de las Águedas, y desde allí se traslade a la Ermita de la Virgen de la Luz, donde se celebrará la misa en honor a la santa, que dirigirá el párroco local, José María Rodrigo, y que amenizará musicalmente la Rondalla Villa de Almonacid.
La tradicional comida de hermandad, este año se sustituirá por un aperitivo en el Casón de los Condes de Saceda también amenizado por los Dulzaineros Kalaberas. Seguirá la actuación del monologuista “Nacho Punto G”, y después, un bingo con regalos a cargo de la Asociación de Mujeres.
Tradición cristiana
Según la tradición cristiana, Santa Águeda de Catania fue una virgen y mártir del siglo III. Su festividad se celebra el 5 de febrero, por ser este el día de su muerte, después de sufrir martirio, en tiempos de persecuciones contra los cristianos, decretadas por el emperador Decio. El procónsul de Sicilia, Quintianus, rechazado por la Santa, ordenó que torturaran a la joven y que le cortaran los senos. Después fue arrojada sobre carbones al rojo vivo y revolcada en la ciudad de Catania, Sicilia (Italia).
Según cuentan, el volcán Etna hizo erupción un año después de la muerte de la Santa en el 252 y los pobladores de Catania pidieron su intervención logrando detener la lava a las puertas de la ciudad. Desde entonces es patrona de Catania y de toda Sicilia y de los alrededores del volcán e invocada para prevenir los daños del fuego, rayos y volcanes. También se recurre a ella con los males de los pechos, partos difíciles y problemas con la lactancia, y, en general se la considera protectora de las mujeres.