Por Javier Cuenca
Alice Rohrwacher, esa cineasta italiana de nombre tan poco italiano, ha debido empaparse de los clásicos de su país (Rossellini, De Sica, Fellini…), y se le nota. Pero lejos de imitarlos, de quedarse en la corteza de ese cine memorable, prefiere internarse en territorios más venturosos, menos obvios. Y el resultado es irregular, una suerte de mezcolanza de géneros que no acaba de funcionar como debería.
“La quimera”
Dirección: Alice Rohrwacher
Intérpretes: Josh O’Connor, Carol Duarte, Vincenzo Nemolato, Isabella Rossellini, Alba Rohrwacher.
Género: Drama.
Duración: 130 minutos.
“La quimera” pone el foco en un joven que acaba de salir de la cárcel y se dispone a regresar al lugar donde se encuentra su pasado. Poco a poco vamos dilucidando que ha tenido una novia, ahora ausente, a la que ha querido mucho, y cuya madre (encarnada por una rescatada y notable Isabella Rossellini) le profesa un inmenso afecto. Se reencuentra también con sus viejos amigos, a los que les une la afición por expoliar tumbas y yacimientos arqueológicos a cambio de dinero.
La película tiene un buen arranque, parece dibujar un horizonte interesante, pero tarda un buen rato en saber hacia dónde quiere ir y se vuelve algo fatigosa en esa búsqueda. A veces parece apuntar al neorrealismo y otras a una especie de cine negro con tintes de cierto retorcimiento, pero cuando se empeña en abrazar lo onírico, lo sobrenatural, la cosa se vuelve errática y algo incomprensible.
La directora demuestra oficio, pero fracasa en la escritura de un guion sólido que dé coherencia a su narración e incline la balanza hacia una idea concreta. No es reprochable su ambición, pero el problema radica en que se pierde en vericuetos innecesarios y momentos valle que espesan la trama y saturan el conjunto. Durante la primera mitad me aburro y posteriormente la película me desconcierta. Insisto: no acierto a entender muy bien qué es lo que Rohrwacher me quiere contar. Quizá ella lo sepa, pero no ha dado con la forma adecuada de hacerlo.