viernes, abril 19, 2024

GUMBALL Y SUS SUPER REGALOS

Texto y fotos: S.C.

Gumball es el gato de la familia y llevo tiempo preguntándome por qué mi gato, cada vez que la suerte le acompaña, caza algo, entra en casa como una flecha y deja el regalito junto a mis pies. Se sienta frente a mí, me mira y espera. ¿A qué  espera? ¿Qué pretende, que acepte su regalo?

Me consta que los gatos son excelentes depredadores, no tengo ninguna duda, pero siempre he pensado que Gumball ha crecido en casa y que por lo tanto, ese instinto cazador no lo tenía, que no le hace falta cazar para comer, me equivoqué. Para él es como un juego. De vez en cuando aparece en casa con cualquier bichito o animalito: saltamontes, lagartijas o algún pequeño pajarito que aún no vuela bien. El ritual siempre es el mismo. Cojo al animalito y le salvo su pequeña vida. El pobre Gumball se pasa horas a la espera, agazapado para poder cazar algo y su ama, ósea yo, en dos segundos se lo quito. Os podéis imaginar  su reacción, me regaña con sus maullidos. Se enfada de verdad. A ver cómo le explico yo a un gato que le estoy muy agradecida por el aperitivo, pero que en mi dieta de humana no entran ni los insectos ni los pajaritos. Siento que es como si me estuviera diciendo: “Así no aprenderás nunca”. Vamos, que no tengo ni idea de cazar animalitos.

Mi gato cree que soy una inútil y que le necesito para comer

Sí, así es como me siento. Nunca le he regañado, eso es verdad, pero siempre he pegado algún gritito, no lo puedo evitar, e intento que no lo vuelva hacer. Lo que sí he aprendido es que él se siente el líder de la manada, el jefe de la casa, al menos conmigo, y que si no es porque sale a cazar, en esta casa no comemos ninguno.

Los pájaros de Alfred Hitchcock

No penséis que he perdido la cabeza, de momento no, yo he vivido esa película. Hace un año, durante el confinamiento, tuvimos en la parte de atrás de casa alguna escena de “Los pájaros”. Una mañana Gumball cazó al vuelo un polluelo que estaba aprendiendo a volar. Sé que si no fuera un aprendiz, no lo hubiera pillado. Entró en casa con el pobre pajarito en la boca y al ponerlo a mis pies, se lo quité y lo solté. Una hora después el patio de mi casa parecía la película de Hitchcock. No penséis que soy una exagerada, no lo soy. Allí estaban los padres, los abuelos, tíos y primos del pajarito, esperando a Gumball para castigarlo. Él intentaba salir y hacerles frente, pero en cuanto ponía una pata fuera, iban a por él. No me lo podía creer, e incluso días después, la que yo suponía era la mamá pájara, aún volvía desafiante en busca del gato. ¡Menudo jefe de la manada!

No ha vuelto a cazar un pajarito. Creo que Gumball tiene ornitofobia, porque ahora cuando ve alguno fuera, que por cierto le miran desafiantes, entra en casa en busca de Canelo, el perro, para que le defienda. Han dejado de gustarle los pajaritos y últimamente lo único que mete en casa es alguna que otra lagartija, con la que juega, o un pequeño saltamontes. Ya sabe, por fin, que prefiero un buen pincho de tortilla.

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1 comentario en “GUMBALL Y SUS SUPER REGALOS”

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