sábado, abril 27, 2024

José Ortega Cano: «El día que conocí a Rocío es como si hubiera visto a mi Ángel de la Guarda»

Texto y fotos: Sandra Cuenca

Acaban de cumplirse 17 años del fallecimiento de Rocío Jurado y nos hemos tomado un café con José Ortega Cano en la plaza de su pueblo, San Sebastián de los Reyes, para hablar de su profesión, de Rocío y de su museo taurino

Hacer una entrevista a José Ortega Cano en la Plaza del Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes no es nada fácil, todo el mundo se para a saludarle y él atiende a todo aquel que se le acerca. En la misma plaza está el Museo Taurino que lleva su nombre, un espacio lleno de recuerdos que nos hacen retroceder en el tiempo y nos ayudan a conocer mejor la trayectoria del torero.

Ortega Cano y su familia vienen de Cartagena, donde sus padres tenían una tienda de alimentación y les iba bien. «Mis hermanos, los que eran más mayores que yo, ayudaban en el negocio. Pero llega una crisis y las cosas empiezan a ir mal, por lo que tuvimos que cerrar la tienda y nos vinimos todos a Madrid«, recuerda José. En un principio dudaron entre la capital y Barcelona, pero la familia tenía que buscar una alternativa. «Llegamos a Atocha y mi padre buscó una pensión, la cual estaba regentada por una familia que también era de Cartagena. Después nos fuimos al Puente de Vallecas, donde mis padres consiguieron una frutería, y de allí a San Sebastián de los Reyes«. El torero nos señala la pared de la Iglesia y nos cuenta que, antiguamente, en la parte de atrás había unos locales y que su padre se quedó con uno donde puso una frutería. Ahí empezó su andadura como torero.

Cuando llegas a San Sebastián de los Reyes ¿es donde te das cuenta de que quieres ser torero?

Aquí había muchos chavales que querían ser toreros y me hice amigo de ellos, fue cuando empezamos a ir a la Sierra de Madrid, donde había tentaderos y se podía torear. Y ahí me vino el gusanillo.

Debutas en 1973 en la Plaza de toros de Vistalegre, ¿Cómo recuerdas aquellos comienzos?

Tengo recuerdos muy bonitos porque aquello fue el trampolín para iniciarme como torero. Los empresarios eran la familia Dominguín, Luis Miguel, Domingo… que eran gente muy seria y muy taurina. Debuté ahí y toreé cuatro domingos seguidos triunfando y ahí comienza mi andadura como torero.

José Ortega Cano en uno de los rincones de su Museo Taurino.

En un momento de tu vida decides dejar el mundo del toro ¿Qué pasa por tu cabeza el día que tomas esa decisión?

Más que nada fue una arrancada que me dio, porque tú sabes que este es un mundo muy bonito pero también es duro y complicado. De pronto, vinieron las cosas, como pasa en todas las profesiones, y llegan los altibajos, me vino un bajón en el que parecía que la gente ya no me echaba cuentas. Por eso le dije a mi madre que me iba a dedicar a vender fruta y que los toros los dejábamos para otros. Mi madre me contestó: «¿sabes lo que te digo? que la fiesta de los toros se va a perder a un grandioso torero». Nunca imaginé una reacción así por parte de mi madre, y añadió: «Sí, José, tienes una manera de torear que la tiene muy poca gente y es una pena que te pierdan». Ahí fue cuando le dije que iba a convertirme en una gran figura del toreo.

¿Qué es para ti tener un Museo Taurino, por fin, en tu pueblo?

Mi ilusión era tener un museo en San Sebastián de los Reyes, por los aficionados que hay y que ha habido, y pensé que si yo podía aportar algo lo iba a pedir y a hacerlo. Rápidamente parte del Ayuntamiento me dijo que si, que estaban encantados. Ellos sabían que yo tenía muchísimas cosas guardadas, como trofeos, cabezas de toro, trajes de torear… Ahora mismo tengo, además de lo que hay en el museo, diez veces más de cosas en casa. Me atrae primero porque hay recuerdos muy bonitos y después, porque me distraigo mucho. Viene gente de diferentes edades y todo el mundo es muy cariñoso conmigo.

¿Hay algo de todo lo que está expuesto a lo que le tengas un cariño especial?

A todo le tengo cariño, a los trajes, a los trofeos que me los han entregado en distintos lugares del mundo, Francia, España, América… Tengo pensado ir cambiando cosas, porque el museo no es demasiado grande, aunque en su día ya me dijeron que se podría ampliar más de espacio, pero poco a poco.

José reconoce que será torero toda su vida

Acaba de cumplirse el aniversario del fallecimiento de la muerte de Rocío Jurado, 17 años. ¿Qué ha significado ella en tu vida? ¿Qué es lo que más echa de menos?

Rocío, para mi y para mucha gente, era única, vosotros lo sabéis, sobre todo tu padre que la conoció muy bien. Y ya no te voy a decir como artista, sino como persona, era única, no había otra persona como ella. Aún sonrío cuando recuerdo la primera vez que vi a Rocío por la calle Serrano de Madrid, ella iba con su madre y me tiré toda la mañana detrás -ríe- pero no me atrevía a decirle nada. En aquella época yo estaba empezando como torero, acababa de tener un pequeño percance en una plaza de toros y me fui a un médico al que ella iba a ir al día siguiente, al Doctor Mariscal, que me tenía que dar unos puntos. A él le pregunté si al día siguiente Rocío iba a ir a su consulta y me dijo que sí, le conté que quería saludarla porque era una artista a la que admiraba mucho y así pasó, al día siguiente me presenté en la consulta. Ella se quedó muy sorprendida conmigo, yo era muy jovencito, igual que me pasó a mi.

Si echas la vista atrás, ¿cambiarías algo?

Pues no, yo doy gracias a la vida, a lo que me ha aportado y a las cosas que he conocido, y por supuesto al día que conocí a Rocío es como si hubiera visto a mi Ángel de la Guarda. Era ella conmigo y yo con ella, era algo muy bonito. Yo no soy muy dado a contar demasiadas cosas, pero era una mujer diez en todos los sentidos, muy familiar con los suyos y con los míos. Hemos vivido unos años de cuento, esa es la verdad.

José posando junto a Antonio Cuenca, fotógrafo y amigo de Rocío Jurado, y Aniceto, su cuñado

Acabas de separarte de Ana María Aldón ¿ganas de enamorarte de nuevo?

La verdad es que ahora mismo no es una prioridad, no pienso en «a ver si encuentro una mujer o una chica», no, yo estoy feliz con mis hijos. Tengo al pequeño que es una joya, es un niño especial en todos los sentidos, un niño muy listo al que tengo que dedicar tiempo para estar con él, toca el piano y la trompeta de maravilla, juega al futbol… A Gloria Camila ya la conocéis, es una niña sumamente cariñosa y trabajadora, que podrá tener sus fallos por la edad, pero es una niña muy buena, y José Fernando, digamos que es un niño que necesita de mi y de su hermana. Nosotros procuramos estar pendientes de sus cosas y acompañarle donde haga falta.


Ahora estás de apoderado de un novillero sevillano…

Sí, yo seré torero toda la vida y vivo este mundo porque me gusta, me quedo con lo bueno y con lo regular, lo malo lo aparto. Estoy muy contento, pero se pasa mal a veces, es una profesión dura. El otro día en Madrid le dije que en el segundo novillo quería que se pusiera con las dos rodillas en tierra con la muleta, porque no hay más remedio que romper en esto, y de alguna manera, decirle también eso a un chiquillo joven, como es él, pues cuesta, porque si pasa algo puedes echarte la culpa a ti mismo. Pero él es un buen torero, tiene 21 años y mucho talento, se llama Álvaro Burdiel, que viene de la escuela taurina José Cubero «Yiyo» y tiene, además de los toros, su carrera y su trabajo.

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