Texto: Belén Picado (psicóloga)
Para llegar a la decisión de iniciar un proceso de psicoterapia hay muchos caminos. Es posible que se te haya pasado por la cabeza en un “momento de bajón”, o incluso que te hayas puesto en contacto con algún profesional para informarte; pero una vez que tu ánimo mejora te olvidas y piensas que tampoco era para tanto. Puede que acabes de pasar por una situación traumática y no sepas como retomar tu vida. Quizás quieras saber por qué, sin proponértelo (al menos de forma consciente), acabas enredándote en relaciones tóxicas que solo te hacen sufrir. O, simplemente, buscas iniciar un proceso de crecimiento personal que te permita sacar lo mejor de ti.
Sea cual sea el motivo, hay ciertos puntos que debes tener en cuenta a la hora de elegir psicólogo. Eso sí, no olvides que él está ahí para darte herramientas y ayudarte a buscar soluciones, pero el camino lo tendrás que hacer tú.
¿Posee la formación necesaria?
Aunque parece algo obvio, tener una consulta no es sinónimo de estar en posesión de la titulación oficial que se requiere para trabajar de psicólogo. Un buen modo de asegurarnos es comprobar que está inscrito en el Colegio de Psicólogos. Estar colegiado no solo garantiza su formación, sino también que se acoge al Código Deontológico Profesional. Esto implica que puede responder en caso de mala praxis y también que se compromete a respetar el secreto profesional, entre otras normas éticas.
También es conveniente que posea estudios de especialización, ya que en esta profesión la formación continuada es indispensable.
Pide referencias
No está de más pedir referencias a otras personas que se hayan puesto en manos de un psicólogo determinado. Por otra parte, gracias a internet también puedes buscar el perfil profesional del terapeuta que te interesa y valorar su formación, su experiencia y en ocasiones también las opiniones que pueden haber facilitado otros pacientes.
Ahora bien, aunque conocer la experiencia de otros puede ayudarte a hacerte una idea de cómo trabaja un terapeuta, no debería ser determinante en tu decisión final. Hay otros detalles que no debes pasar por alto para elegir psicólogo, como el feeling que haya entre vosotros.
Información sobre el proceso y el enfoque terapéutico
En la primera sesión, el psicólogo debe explicarte con claridad cómo será el proceso de evaluación y de intervención y la metodología de trabajo, así como la duración, frecuencia y precio de las sesiones. Lo más frecuente es que duren una hora y tengan una periodicidad semanal.
Asimismo, tiene que informarte sobre el tipo de psicoterapia que realiza: cognitivo-conductual, psicodinámica, sistémica, EMDR, Gestalt, psicoanálisis, terapia breve estratégica, etc. En todas ellas hay excelentes profesionales, incluso algunos tienen un enfoque multidisciplinar que les permite utilizar en cada momento las herramientas y técnicas adecuadas, en función de las necesidades del paciente. Personalmente, abogo por esta última opción.
No tengas ningún reparo en consultar todas las dudas que te surjan.
La importancia de la alianza terapéutica
Del vínculo que se establece entre el psicólogo y el paciente depende gran parte del éxito de la terapia. Pero, del mismo modo que no tienes la misma confianza con unas personas que con otras, también habrá profesionales con los que te sientas más cómodo y otros con quienes te cueste más abrirte. El hecho de que a alguien a quien conoces le haya ido muy bien con un terapeuta, no significa que sea el más adecuado para ti. Y esto no tiene tanto que ver con la profesionalidad como con el feeling que se establezca entre ambos.
Es fundamental que te sientas cómodo y libre con la persona en la que vas a depositar toda tu confianza. Esto lo notarás a lo largo de las primeras sesiones, aunque hay quienes, como ocurre en otro tipo de relaciones, lo tienen claro desde el principio.
Ni juez, ni amigo
Si te sientes intimidado o juzgado durante la sesión, busca otro profesional. Un psicólogo debe aceptar al paciente como es, sin juzgarlo ni emitir juicios personales sobre el motivo de consulta, pero tampoco esperes que se comporte como un “colega” porque no lo es. El clima de confianza que se crea al compartir con él tus problemas, preocupaciones, pensamientos y emociones, es parte del proceso y así has de verlo.
Por lo que respecta al terapeuta, en su comportamiento ha de primar ante todo el respeto, la aceptación incondicional, la escucha activa, la profesionalidad y las buenas formas.
Honestidad, ante todo
Otra clave al elegir psicólogo es su honestidad. En caso de que el que hayas seleccionado no esté familiarizado con tu problema, o considere por algún motivo que no es la persona adecuada para ti, te lo debería comunicar y derivarte a otro profesional más apto en tu caso. En algunos centros de psicología donde trabajan varios profesionales con distintas especialidades la cooperación entre ellos es habitual, lo que supone un valor añadido.
Expectativas realistas
Lógicamente, cuando empiezas un proceso terapéutico es porque tu meta es sentirte mejor. Sin embargo, igual que la oruga debe atravesar un doloroso proceso para convertirse en mariposa, conviene que asumas que habrá momentos en los que lo pasarás mal. Por descontado, el psicólogo está ahí para comprenderte y darte refuerzo positivo, pero también forma parte de su trabajo ponerte frente a aquello que está dificultando tu día a día y mostrarte las posibles discrepancias entre lo que sientes, lo que piensas, lo que dices que haces y lo que haces realmente. Y esto no siempre es agradable.
Por otra parte, antes de elegir psicólogo, recuerda que un buen profesional no te dirá qué hacer. Su cometido es ayudarte a encontrar tus recursos para que puedas tomar tus propias decisiones, pero desde una perspectiva diferente a la que tenías. Ayudarte a entender lo que te pasa, enseñarte a gestionar las emociones, mostrarte cómo tener unas relaciones sanas con los demás y favorecer tu autonomía con objeto de que saques lo mejor de ti.
La psicología no hace milagros ni el psicólogo tiene una varita mágica. La resistencia al cambio es una característica muy humana y asentar un cambio duradero lleva su tiempo, sobre todo cuando se trata de maneras de funcionar que muchas veces se instauraron en la niñez.
Belén Picado. Psicóloga.
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