martes, abril 23, 2024

José Luis Cuerda: un manchego entre el surrealismo y la pasión literaria

Por Javier Cuenca 

Se movía con idéntica soltura en la adaptación de obras literarias y en la creación de guiones originales, y prueba de ello son su traslación a la pantalla grande de novelas tan emblemáticas como El bosque animado o Los girasoles ciegos, pero también la invención de ese prodigio surrealista, convertido hoy en película de culto, llamado Amanece, que no es poco. José Luis Cuerda (Albacete, 1947 – Madrid, 2020) dejó tras de sí una obra en la que se mezclaba su pasión por la literatura y su gusto por el surrealismo, además de su buen olfato para captar el talento ajeno, como demostró al apadrinar a un primerizo Alejandro Amenábar.

José Luis Cuerda nació en Albacete en 1947. Abandonó sus estudios de Derecho para convertirse en técnico de radiodifusión y televisión, y en 1969 entró en RTVE para trabajar en primer lugar en los Servicios Informativos y posteriormente en espacios culturales, llegando a ser director. Debutó como realizador de ficción televisiva en 1977 con la adaptación de El túnel, de Ernesto Sábato, y ese mismo año dirigió para la misma cadena Mala racha, que contaba con un guion original y propio.

Su primera película para la gran pantalla fue Pares y nones, estrenada en 1982 y que le situaba en la corriente conocida como “comedia madrileña”, donde también militaban otros realizadores como Fernando Colomo o Fernando Trueba. Un año después regresaría al medio televisivo con Total, una película de poco más de 50 minutos que anticipaba el humor absurdo que Cuerda desarrollaría en títulos posteriores como Amanece, que no es poco o Así en el cielo como en la tierra. Total se desarrollaba en el año 2598, cuando el mundo ha llegado a su fin, en Londres, un pequeño y remoto pueblo de ambiente castellano donde un pastor va desgranando diferentes y asombrosos sucesos que han anticipado la catástrofe.

El bosque animado: crónicas de la Galicia profunda

Pero la prueba de que José Luis Cuerda no tenía mucho que ver con la corriente de la “comedia madrileña” llegaría definitivamente con el estreno en 1987 de El bosque animado. Se trataba de la adaptación de la novela homónima de Wenceslao Fernández Flórez y el guion lo escribió el gran Rafael Azcona. Aquel tándem Cuerda-Azcona, unido a un plantel de magníficos actores encabezados por Alfredo Landa, Tito Valverde y Miguel Rellán, lograron una película memorable.

El filme reúne a diferentes personajes de la Galicia rural en torno al bosque que le da título: un bandido que no logra asustar a nadie, un pocero con una discapacidad física, una niña que no para de trabajar, una chica que se marcha a la ciudad, un fantasma que busca compañía… Aunque la novela de Fernández Flórez no solo se ocupaba de las personas, sino también de los animales que habitaban en el bosque, Azcona y Cuerda decidieron prescindir de estos últimos y consiguieron una película llena de lirismo, impregnada por un halo de magia, que a veces se torna oscura y melancólica. El bosque animado logró cinco premios Goya, entre ellos el de mejor actor para un inmenso Alfredo Landa, el de mejor película y el de mejor guion. Digamos como curiosidad que en 2001 se realizó una nueva adaptación de la obra de Fernández Flórez, en clave animada y que rescataba aquella parte de la novela protagonizada por los animales.

Amanece, que no es poco: humor absurdo y surrealismo de culto

En 1989 José Luis Cuerda estrenaría la que con el paso del tiempo llegaría a convertirse en película de culto y, más aún, en fenómeno cultural. El albaceteño volvió a contar con un espectacular grupo de actores, encabezados por Antonio Resines, José Sazatornil y Cassen, para poner en imágenes un guion escrito por él mismo. La historia se desarrolla en un pueblo de montaña al que llegan un profesor de la Universidad de Oklahoma, de regreso en España para disfrutar de un año sabático, y su padre. Éste ha matado a su mujer y, para compensar de la pérdida a su vástago, le ha comprado una moto con sidecar para viajar juntos.

En el pueblo, cuyos habitantes veneran al escritor norteamericano William Faulkner, viven una mujer a la que le ha nacido un hombre en el huerto y un profesor que imparte clases a ritmo de góspel, y se celebran elecciones cada año para designar alcalde, cura, maestro y prostituta. Por si eso fuera poco, al municipio llegan un grupo de estudiantes de una universidad norteamericana, unos meteorólogos belgas, unos disidentes de los Coros del Ejército Ruso e incluso unos invasores camuflados de un pueblo de los alrededores.

Si bien en su momento la película no fue un gran éxito de taquilla (apenas la vieron 306.000 espectadores y recaudó unos 100 millones de pesetas), con el tiempo se ha acabado convirtiendo en una obra de culto, reverenciada por círculos de cinéfilos y acérrimos seguidores. Rodada en varias localidades albaceteñas, con motivo del 20 aniversario de su estreno, la Junta de Castilla-La Mancha puso en marcha una nueva ruta que trataba de dar a conocer los escenarios y localizaciones reales de la cinta.

Tras Amanece, que no es poco, Cuerda rodaría La viuda del Capitán Estrada (1991), basada en una novela de Pedro García Montalvo y protagonizada por la italiana Anna Galiena, La marrana (1992), una comedia rural ambientada en el siglo XV y que supondría el segundo Goya para Alfredo Landa de la mano del realizador, y Tocando fondo (1993), otra comedia, protagonizada por Antonio Resines y Jorge Sanz, además de regresar al medio televisivo para participar en la serie Makinavaja, inspirada en el popular cómic de Ivá. Películas que pasaron por la cartelera sin pena ni gloria y que no recibieron el beneplácito de la crítica especializada.

Pero en 1995 Cuerda regresaría al surrealismo con Así en el cielo como en la tierra. En esta película, de guion tan delirante como el de Amanece que no es poco, Dios Padre decide enviar a otro hijo a la Tierra para salvar a la humanidad, algo que incomoda a Jesucristo, pues considera que entonces habría que reescribir la historia. Por otro lado, en el mundo apenas hay mujeres vírgenes, y las que cumplen este requisito no se dejan convencer por el arcángel San Gabriel. Todo esto nuevamente en manos de grandes actores como Fernando Fernán Gómez y Francisco Rabal, aunque esta vez fue Luis Ciges quien logró el Goya por su interpretación.

Regreso a la literatura por la puerta grande

Tras producir las dos primeras películas de Alejandro Amenábar, Tesis y Abre los ojos, apadrinando así a uno de los nuevos niños prodigio del cine español, Cuerda estrenó en 1999 otro de sus mejores trabajos, La lengua de las mariposas. Inspirada en varios relatos del escritor Manuel Rivas y contando en el guion con el propio autor y nuevamente con Rafael Azcona, a quien recuperaba tras El bosque animado, la película se situaba en los prolegómenos de la Guerra Civil para contar la relación entre un niño y un profesor republicano. La música corría a cargo de Alejandro Amenábar y el filme cuenta con uno de los finales más desoladores del último cine español. Protagonizada por Fernando Fernán Gómez y el niño Manuel Lozano, La lengua de las mariposas consiguió un Goya por su guion.

Tras rodar un cortometraje, Primer amor (2000) e intervenir en el filme colectivo Hay motivo (2004), en 2006 estrenó La educación de las hadas, protagonizada por Ricardo Darín, y en 2008 Los girasoles ciegos, basada en la novela homónima de Alberto Méndez y cuyo guion volvió a coescribir junto a Rafael Azcona. La película, protagonizada por Maribel Verdú y Javier Cámara, se traslada a la Galicia de los años 40 para contar la historia de una familia cuyo patriarca vive oculto en un hueco practicado en el dormitorio matrimonial mientras la hija adolescente se ha fugado, embarazada, con su novio. Cuerda y Azcona volverían a ser premiados en los Goya por el guion.

El albaceteño volvería a adaptar a Manuel Rivas en Todo es silencio (2012), de cuyo guion se encargaría el propio escritor en solitario, pero sin la misma fortuna que en La lengua de las mariposas, y no volvería a estrenar hasta seis años más tarde. Su última película fue Tiempo después, con la que Cuerda adaptaba una novela escrita por él mismo y regresaba de paso al humor absurdo que tan bien le había funcionado antaño. La película es una distopía ambientada en un futuro lejano, donde el mundo se ha visto reducido a un solo edificio y un hombre trata de comercializar una sabrosa limonada que él mismo fabrica. Aunque no logró el aplauso unánime de la crítica, obtuvo opiniones favorables.

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