Texto y fotos: Paloma Belén García del Vello Moreno
Nápoles, conocida también como un teatro bajo el cielo, está plagado de almas ansiosas de vida, de lujuria, de necesidad, y guarda ceniza del Vesubio y de sus víctimas. Es una ciudad europea en geografía y en unidad territorial, sin embargo, este lugar guarda en esencia una vida lejana a la normativa europea. Cuando volví a Nápoles después de unos dieciséis años, me dio la sensación de que se asemejaba a países asiáticos en los que parece que no hay normas de tráfico y, si las hubiese, casi todo el mundo se las salta: Tres, hasta cuatro personas, en una motorino siempre y cuando dos sean niños; calles cortadas por alguna pelea entre automóviles; a veces parece que hasta no hay semáforos; y bueno no sé cuáles son sus pros y contras, pero desde luego, si nadie cumple las normas de circulación, todo el mundo presta máxima atención para salir ileso de allí o por lo menos los que no son napolitanos. Me recuerda a la circulación de peatones en zonas aglomeradas, todos por la derecha y prestando atención. Además, los napolitanos eran muy folclóricos y aunque había movimientos de integración social, la gran mayoría seguía con sus tradiciones. Andar por sus calles me parecía que era como deambular por algún siglo anterior.
Llegué a Nápoles en avión, acabábamos de pasar el confinamiento del Covid-19. Mi hermana mayor nos había recomendado por WhatsApp coger un taxi y que fijásemos el precio antes de subirnos. No recuerdo si fueron 20 euros, me pareció un precio razonable en comparación con Madrid. La comunicación fue bastante complicada en un principio, pues no conozco el idioma y, apenas, el país y su cultura. Cogí el taxi: los recuerdos del trayecto se turnaron con colores oscuros y luces furtivas. Íbamos rápido, había muchas curvas y dimos cabezazos. En consecuencia mis ojos aterrizaban con frecuencia el retrovisor encontrando la mirada pícara y audaz del taxista, algo intimidante. Entre curvas y desvíos, llegué a la Piazza San Domenico Maggiore que es una de las plazas más importantes de la ciudad de Nápoles. Se encuentra en Spaccanapoli, no lejos de Piazza del Gesù Nuovo que es una de las plazas más importantes del centro histórico de Nápoles. Al estar situada en el corazón del centro histórico, la plaza es el cruce de dos de las calles principales de Nápoles: ‘Spaccanapoli’ y ‘Via Mezzocannone’. Entre majestuoso y tenebroso como las figuras de Caravaggio el taxista me entregó de la maleta.
— Grazie.
Ahí están mis hermanas para recogerme.
A medida que mi hermana mayor nos conducía al AirBnB que había alquilado para nosotras y proliferaba sus siete mandamientos, las calles empezaban a llenarse. Podía apreciar las calles mojadas, el sonido de las alcantarillas y sobre todo los rugidos de las almas en vela adentrándose en la noche. Llegamos al apartamento y nos pusimos a cenar una ensalada, aunque ya teníamos ganas de probar sus maravillosas pizzas de las que tanto hablaba mi hermana.
Mi hermana nos había recomendado las cosas que podríamos ver y hacer. Ella, como trabajaba por la mañana solo podríamos vernos por la tarde, sin embargo, nos presentaría a sus amigos napolitanos que nos querían ayudar. Una amiga suya de la infancia nos iba a acompañar el resto del viaje.
Dormíamos en una zona muy bien situada, cerca de nuestro AirBnB se encontraba el famoso Cristo Velado. Para los que no sabéis lo que es el Cristo Velado es una escultura en mármol realizada por Giuseppe Sanmartino que se conserva en la capilla Sansevero de Nápoles. Se podían apreciar tal cantidad de detalles… Además, había a su alrededor otras esculturas hechas por el mismo autor, me parecían muy reales, las redes de pesca parecían que estaban siendo agitadas de verdad, las dobleces de la fina tela, parecía que estuviera hecha de seda y que podías ver a través de ella los detalles de la piel. Se vertía por cada herida de Cristo, los agujeros de las manos, de los pies, hasta marcaba cada costilla de su torso. Era increíblemente precioso…
El AirBnB también estaba cerca de la Catedral de Nápoles donde se conserva la cabeza de ‘San Gennaro’ en la capilla del tesoro donde también se guardan otras cincuenta y estatuas de plata dedicadas a los co-patronos de la ciudad. Nápoles solo se entiende si sabes quién es San Jenaro, patrón de la ciudad y muy querido por los napolitanos, se le quiere casi tanto o más que a Maradona. En la capilla, se encuentran cápsulas que contienen la sangre del santo. Todos los 19 de septiembre, aniversario de la muerte del santo, la sangre se licúa, es un milagro que atrae miles de fieles anualmente. Tras la licuación de la sangre tiene lugar la procesión por las calles de Nápoles. Dice la tradición que cuando el busto de San Jenaro sangra es que algo malo va a pasar. Probablemente, en la antigüedad, donde está la catedral, se erguía un templo dedicado al dios Apolo. La primera catedral fue construida por Constantino en el siglo IV pero la actual fue levantada por la casa de Anjou y alberga el baptisterio más antiguo de Occidente. Otro de los personajes más típicos de Nápoles es el famoso ‘Pulcinella’, del que se saca la máscara que representa la ciudad. Por si no lo sabíais a cada región de Italia le representa una máscara diferente, y actualmente se exhiben para la fiesta del Carnaval. Las máscaras garantizaban el anonimato, eran perfectas para que los aristócratas se mezclaran con la gente común, para participar en conspiraciones o ir a citas románticas secretas. A veces a ‘Pulcinella’ se le añade también el ‘cornicello’, un cuerno rojo símbolo de la fuerza física y la buena suerte, además el color rojo es un buen augurio para los vínculos de sangre y fuego, símbolos de poder y vida. Mi hermana nos regaló uno a cada miembro de la familia.
No muy lejos de nuestro AirBnB se encontraba la famosa ‘Piazza del Plebiscito’, se encuentra justo delante del Palacio Real, ‘El Palazzo della Preffetura’ o Palacio de la prefectura es un monumental palacio situado en la Plaza del Plebiscito. El palacio llamado anteriormente ‘Palazzo della Foresteria’, fue encargado por el rey Fernando I de las Dos Sicilias como una casa de huéspedes en el jardín de su palacio real. El actual edificio de estilo neoclásico y su gemelo a través de la ‘piazza’ fueron diseñados por los arquitectos del siglo XIX Leopoldo Laperuta y Antonio De Simone y en frente del palacio, en el hemiciclo de esta plaza, también se encontraba La Basílica de San Francisco de Paula que es una de las mayores iglesias de Nápoles. Además, el palacio de justicia de Salerno, se sitúa no muy lejos de allí sobre una antigua zona de descarga en la periferia de la ciudad, en un sector clave para el programa de regeneración urbana diseñado por el arquitecto español Oriol Bohigas. Además, dicen que tendrás suerte si consigues andar, con los ojos vendados, desde el Palacio Real hasta las estatuas de los Dos caballos que se encuentran en frente de la Basílica.
¿Habeís leído o visto la serie basada en la novela de ‘L’Amica Geniale’ de Elena Ferrante convertida en un best-seller? También conocida como “La Amiga Estupenda” en español. Las protagonistas son dos niñas que pasan de la infancia a la juventud en la Italia de los 50 y 60, hace un relato histórico-costumbrista de la posguerra, de cómo reina la pobreza, sobre todo en la periferia. Lo que parece que les hace ser amigas es su amor por el conocimiento y la sabiduría sin embargo, una serie de acontecimientos hacen que se enfrenten en múltiples ocasiones combinando amor y competitividad a lo largo de su vida. Hay una escena en la que salen a dar una vuelta ellas dos con otros amigos por el centro de la ciudad (tal y como hicimos nosotras), de repente al hermano de Lila se le ocurre entrar en la ‘Galleria Umberto I’, uno de los sitios más bonitos que visitar en esta encantadora ciudad. Al principio no quieren entrar, pues es una zona de ricos y saben que les van a despreciar. Entran para tomar un helado y un joven se les enfrenta y acaban peleando. Esta galería junto a otros montones de lugares donde transcurre la historia como la isla de Isquia que es la isla más grande del archipiélago napolitano, se vive con más intensidad al haber vivido el relato con pasión. Me encanta relacionar los lugares con la historia o con las historias que hacen del lugar algo personal y nada más personal que vivirlo personalmente. Esta conocida calle comercial donde los protagonistas de la novela se pelean, comienza en ‘Via San Carlo’, apareciendo imponente su gran fachada. Consta de cuatro pasillos cubiertos por una bóveda construida en hierro y vidrio que convergen en el punto central de la ‘Galleria’, justo bajo una gran cúpula. Bajo esta cúpula se encuentra un círculo de unos veinticuatro signos en círculo que parecen ser los signos del zodiaco, en el centro hay una estrella que los une con sus ocho puntas, parece una escena llena de magia.