sábado, abril 20, 2024

Miguel Gago Albert, artesano: “Pienso que en la artesanía hay calidad, igual que la que puede haber en un cuadro o en una pieza única”

Texto: Sandra Cuenca/ Fotos: M.G.

Miguel Gago se considera artesano, no artista, y se dedica profesionalmente a pintar abanicos. Dicho así suena fácil, ¿no?, pues no lo es, hay que ser un verdadero artesano para conseguir pintar con tanto detalle como lo hace Miguel. En Abanicos Sáez desarrollan todo el proceso de creación del abanico, desde la selección de las maderas, elección de calados, color del abanico, telado de diversos colores y tamaños, hasta la decoración final y envío a clientes. 

Miguel Gago acaba de cumplir sesenta años, es valenciano y nacido en Burjassot por circunstancias de la vida, ha crecido y vivido en Godella, por lo que se siente como si fuera de allí. Tenemos que hablar de Godella, porque tiene mucho que ver con la profesión de Miguel. “Godella está muy cerca de Valencia, a 8 kilómetros, es la primera loma que hay saliendo de la ciudad dirección norte. Aquí es donde muchas familias adineradas tenían su segunda residencia, por lo que todas las inquietudes culturales que había en la capital fueron trasladadas a Godella. Tiene un entorno especial y una forma de vivir algo distinta”, nos cuenta. Descubrí la artesanía de «Abanicos Sáez» a través de su página web, por un momento dudé de a que se dedicaba exactamente Miguel Gago Albert, eché un ojo a sus abanicos pero tuve que pararme a leer su blog porque estában muy bien escritos. En los abanicos que pinta sus trazos son muy detallados, su color es muy especial y lo que más me sorprendió fue ver sus obras en conjunto que transmitían un sinfín de sensaciones. He de reconocer que no soy de abanicos, pero no porque no me gusten, sino porque no me veo yo dándome aire con una obra de arte, que es lo que este valenciano hace. Miguel me corrige nada más empezar la entrevista cuando me refiero a él como artista, “Artesano, yo reivindico que soy artesano. No me considero artista porque no hago piezas únicas, aunque alguna hago por encargo, hago series y creo que todas mis creaciones son útiles, por lo que hago artesanía”. Visto así debo darle la razón, aunque sigo pensando que además de artesano es un artista.

Entonces, Godella ha tenido mucho que ver con que te dedicaras a la pintura, ¿no?                   

Yo estudié cerámica en Manises, pero cuando llegó el momento de planteármelo a nivel profesional no vi muchas salidas, aunque ya tenía suficientes conocimientos como para empezar a trabajar en cerámica. Lo más cómodo que encontré fue el abanico. En Godella estaba una de las empresas más importantes del mundo en fabricación de abanicos, cerraron hace tiempo, pero generaban muchísimo trabajo. En aquellos años había muchos talleres, estamos hablando de un pueblo de diez mil habitantes, muchos talleres de pintura. Eso favoreció a que mucho dieran el paso hacia la pintura artística. Aquí se han llegado a hacer exposiciones con setenta y cinco artistas, que bien eran de Godella o bien trabajaban aquí, es mucha gente para un pueblo con esos habitantes.

Miguel Gago en la Feria de Artesanía de Primavera.

¿Cuándo empiezas a pintar de manera profesional?

Sobre el año 86. Aquí, hace años durante el verano, las madres llevaban a los niños a estos talleres de los que te hablaba antes, era para que hiciéramos algo, tendríamos entre 8 o 10 años y la verdad es que lo pasábamos bien, yo fui en alguna ocasión. Saboreábamos un poco la artesanía del abanico y cuando vi de que trataba aquello, y que tenía ciertas habilidades con las manos a la hora de pintar, me planteé la posibilidad de montar un taller. Lo monté con mi hermano en un principio, que ya ha fallecido, y continué solo.

¿Cómo fueron esos comienzos?

Empecé trabajando para varias empresas, una de ellas era la de “Abanicos Giner” que estaba ubicada en Godella, y después para otras en el pueblo de Aldaya que tiene mucha tradición y bastante industria del abanico. Llega un momento en el año 2.000, que me planteo vender directamente mis productos y creo mi propia empresa, “Abanicos Sáez”. Sáez es el apellido de mi mujer, Carmen, todo fue por el logo, con dos abanicos se podía formar una “S”, y a mí no me importa que la empresa lleve el apellido de ella.

Uno de los abanicos que pinta a mano Miguel.

Llega la pandemia y decides poner en marcha la venta online…

Ya llevaba tiempo pensando en la venta online, uno siempre tiene inquietudes y es verdad que le di vueltas desde que surgió. Yo siempre he tenido trabajo, a veces un poco menos pero no me ha faltado, eso me impedía la posibilidad de vender por internet, además necesitaba un mínimo de almacén, no tenía tiempo. La llegada de la pandemia me ha brindado la posibilidad de poder dedicarme a ello, simplemente el tiempo que tenía lo he utilizado ahí, con la ayuda de mi familia. Ellos tienen conocimientos y me han ayudado a montar la página web, la tienda, las fotos y todo lo que hacía falta. Yo desconozco todo eso, porque soy muy rustico para las nuevas tecnologías, siempre me he dedicado al pincel. Así que entre todos la montamos, y aunque ahora mismo no me da para vivir, es verdad que es muy gratificante. Me sorprende que lleguen pedidos de Sevilla, Barcelona o de un pueblo de Madrid, porque esos clientes no han tenido en sus manos uno de mis abanicos, es un punto de confianza que me hace sentir bien. Intento hacerlo bien y a tiempo para que todos queden satisfechos. Es posible que con el tiempo, y poco a poco, podamos hacernos un hueco y vivir mejor gracias a la venta online.

Trabajas solo y haces los abanicos desde el principio, ¿cómo lo consigues?

Si, trabajo solo y me encargo de la realización del abanico. Me desplazo a Aldaya, que es donde está la industria de montaje, y contacto con un autónomo que hace las varillas para el abanico. Compro la madera y elijo el tipo de calado que quiero. Esas varillas las llevo a otro profesional que me las pueda colorear, para después buscar a otra persona que me ponga la tela. Una vez tengo el abanico montado es cuando lo pinto y lo decoro. Como verás interviene bastante mano de obra y toda de la zona. En Godella llegó a haber veinte pintores, ahora solo quedamos tres.

Un abanico pintado a mano es siempre un buen regalo.

¿Cuánto tardas en pintar un abanico? ¿Es un proceso complicado?

Aquí el que hacemos es nacional, lleva un sello de certificación de la Asociación de Abaniqueros. Se hace para darle una categoría y un prestigio, pero sobre todo para poder diferenciarlo del de importación, que no estoy en contra porque cada uno hace su trabajo, pero el que hacemos aquí es otro tipo de abanico. Yo no los hago de uno en uno, los pinto en serie y en un día puedo pintar desde diez hasta treinta, dependiendo siempre del motivo decorativo que lleve cada abanico. Esto supone que de los que pinto más cantidad el precio es más inferior y, de los que pinto menos es superior. Tengo abanicos desde 80 o 100 euros, que de esos suelo pintar uno o dos al día, hasta de 15 o 20 euros.

Si yo quisiera encargarte un abanico personalizado, que fuera especial y único, ¿Cuánto me podría costar?

Pues te pongo un par de ejemplos, una pareja hizo un viaje a una isla paradisiaca y él le había hecho una foto a su mujer mientras caminaba por una pasarela de madera sobre el mar, quería que se lo pintara en un abanico. Tardé un par de días en hacerlo y le cobré 140 euros, incluso pusimos una dedicatoria por la parte de atrás. Una persona de aquí me mandó una foto de una huerta de Godella, la pinté y costó 80 euros, depende mucho del motivo que me pidan.

«Mar de Sueños»

¿Qué tipo de pintura se utiliza para pintar abanicos?

Yo utilizo pintura gouache, es menos transparente que la acuarela, también uso una que se llama La Pajarita, una pintura plástica que se utiliza en bellas artes. Lo hacemos todo a mano, desde colocar la tela hasta situar las flores, todo el proceso es manual. Aunque lo hacemos cientos de veces en algunas ocasiones, dependiendo de la cantidad de agua que tiene el color o por la humedad ambiental, te salen flores sorprendentes.

¿Sueles inspirarte en algún artista?

Esto es una artesanía y como tal forma parte de una tradición. Aquí en Godella ha habido muchos talleres, los niños hemos crecido con la pintura y lo que debemos hacer es aprovechar todos los conocimientos que hemos adquirido y a partir de ahí evolucionar hacia cosas nuevas. Te fijas en la naturaleza e intentas imitarla, no hay artista que me inspire. Pero sí que intento descubrir secretos de los impresionistas cuando quiero hacer un abanico de ese tipo, entonces sí que busco y me encuentro verdaderas joyas, pero no es lo normal. Hay una frase de Eugenio D´Ors que dice: “Todo lo que no es tradición es plagio”, lo resume todo. Formamos parte de una cadena que debemos respetar si queremos ser creativos, si te la saltas y vas directo al final estás plagiando a alguien, eso destruye la artesanía.

No suena igual artesano que artista…

Ser artesano no es menos que ser artista. Cuando estuve estudiando cerámica descubrí, porque no lo sabía, que Picasso había hecho cerámica. En un libro vi que había cogido un plato sopero y con cuatro trazos pintó una plaza de toros, un torero y un toro. A mí no me gustan los toros, pero ver aquello me emocionó y te aseguro que no era arte, era artesanía. Pienso que en la artesanía hay calidad, igual que la que puede haber en un cuadro o en una pieza única.

Uno de los abanicos hecho por encargo.

En España tenemos mucha artesanía y de muy buena calidad, ¿está lo suficientemente valorada?

No hablaría solo de artesanía, creo que en general somos un país muy creativo. Tengo claro que nos valoramos poco y que deberíamos querernos un poco más. Admiro a los japoneses, ellos protegen a los maestros, por ejemplo a los que saben escribir de la manera tradicional y lo hacen para que puedan transmitir sus conocimientos a otros. Lo que están haciendo es proteger una tradición, tratar a los artesanos de una manera digna, que es lo que deberíamos hacer nosotros con los nuestros. Tendríamos que reflexionar sobre esto porque si no habrá tradiciones que se perderán y es una pena. Yo me siento querido y valorado, es la verdad, pero a nivel social debemos aprender a respetar a esas personas y actividades.

Hablando de Japón, tú has estado allí, ¿cómo fue la experiencia?

Tuve la oportunidad de pasar en Japón un año haciendo demostraciones de pinturas en abanicos. Fue una gran experiencia, pero sobre todo una buena manera de promocionar España. Como experiencia estuvo bien, pero no viviría allí, soy muy mediterráneo.

Para terminar la entrevista le pregunto hasta dónde quiere llegar con sus abanicos, “lo que quiero es vivir dignamente de mi profesión y tener un reconocimiento mínimo para poder conseguirlo”, estoy segura que lo conseguirá, se lo merece.

Abanicos Sáez” no tiene tienda física, aunque Miguel recibe a gente en su casa, solo les pide que vean su página web y lo que hace, para así poder hacer una selección previa. Podéis visitar su web, tienda online y su blog en: www.abanicosaez.com

Instagram: @abanicos_saez

Os dejamos un video de su canal de You Tube, “Mar de sueños”

https://youtube.com/shorts/SOm9GIY0c4w?feature=share

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