lunes, mayo 20, 2024

Pastrana sale a la calle su fiesta de las Cruces de Mayo, de Interés Turístico Provincial

Redacción

La noche del 30 de abril al 1 de mayo, la rondalla de Pastrana cantó los “Mayos a la Virgen” y a “Las Mozas” en la Plaza del Ayuntamiento, para después iniciar la ronda por las siete cruces que los diferentes barrios de la villa ducal habían adornado con hojas, flores y reliquias religiosas en fachadas emblemáticas del pueblo. En muchos casos, las cruces permanecen allí todo el año, y es en este día cuando se adornan.

La villa ducal ha vivido, entre los días 30 de abril y 1 de mayo, una de las tradiciones locales más bonitas del año: las Cruces de Mayo, declarada Fiesta de Interés Turístico Provincial.

Y es que en Pastrana, el canto de los mayos está unido a la celebración del Día de la Cruz, efeméride que, en realidad, corresponde exactamente al día 3 de mayo.

Según la tradición católica, Santa Elena, que era la madre del emperador romano Constantino, viajó a Tierra Santa para buscar la Cruz de Cristo, propósito que logró, después de excavar la tierra del Monte Calvario en una de las colinas cercanas a la ciudad de Jerusalén. Allí se descubrieron tres cruces, las de los ladrones Gestas y Dimas que acompañaron en su martirio a Jesús, y también la de Jesús. Fue esta última la que obró el milagro de curar a un enfermo. Desde entonces, muchos peregrinos llegados a ciudad santa se trajeron como reliquia un trocito de aquella cruz, o lignum crucis. En la Colegiata de Pastrana se conservan varios pequeños fragmentos. Y es en torno que, desde tiempo inmemorial, la villa ducal celebra la Fiesta de las Cruces de Mayo.

En el último día de abril, y en la Plaza de la Hora, los Dulzaineros de Guadalajara caldeaban el ambiente. Y es que se hacía necesario, porque cuando se puso el sol, en Pastrana hacía fresco, y ya entrada la noche, casi frío. No ocurría lo mismo en los corazones locales, llenos de alegría e ilusión por esta fiesta, algo menos multitudinaria que otros años, por ser el de este año, un puente con menos ojos.

En la misma Plaza del Ayuntamiento, y sobre el escenario instalado para la ocasión, por indicación del párroco local, Emilio Esteban, o don Emilio, como lo conoce todo el mundo, se había colocado para presidir la celebración una bonita talla de la Inmaculada.

Mientras tanto, la Ronda de Pastrana ensayaba en el interior de la Casa Consistorial. Al mismo tiempo, el alcalde, Carlos Largo, y los concejales Daniel Cano y Sergio de la Fuente, ayudados por numerosos voluntarios, preparaban las bandejas de bollos y la limonada, que se iba a servir después de cantar primero los Mayos a la Virgen, y después, a las mozas.

En una breve intervención, antes de dejar que fluyera la alegría pastranera, el regidor tuvo unas palabras de emocionado recuerdo para Amparo Cano, bibliotecaria de Pastrana, recientemente fallecida. Largo dio a continuación las gracias a la Ronda de Pastrana, y también a todos aquellos que, con su trabajo y entusiasmo, hacen posible que continúe la tradición.

Y, cuando el 30 de abril, día de San Pío V, que convirtió, gracias a la petición de los duques de Pastrana, la iglesia en Colegiata, se hacía 1 de mayo, anunciado por el reloj, precisamente de la Colegiata, la Ronda de Pastrana cantó los “Mayos a la Virgen”, cuya letra y música son de origen desconocido. Son los mismos que se han cantado siempre en la villa ducal, llegados hasta nuestros días transmitidos de padres a hijos por tradición oral. Actualmente se interpretan con sólo unas leves correcciones de lenguaje y el añadido de la estrofa número 22 de los “Mayos a las Mozas”. El autor de estos últimos, que se cantan después de los dedicados a la Virgen, es el que fuera cronista de Pastrana y gran estudioso de temas pastraneros, Francisco Cortijo (1910-1992). “Prosigamos muy gustosos/que la licencia tenemos,/ y cantaremos el Mayo/a la Reina de los Cielos”, dice una de las seguidillas que la rondalla dedicó a la Inmaculada. “Vino fin de abril/floreciendo a mayo/con verdes pimpollos/blancos y encarnados”, canta otra, en esta ocasión dedicada a las mozas.

Cuando terminaron de entonarse unos y otros Mayos, la rondalla cambió las seguidillas por las jotas, así como también lo hizo el tono calmado de las coplas por la chispa y el humor de los versos inventados por el pueblo de Pastrana. En ese momento, y a indicación de don Emilio, como le conoce todo el mundo en Pastrana, Daniel Cano retiraba del escenario la talla de la Virgen.

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