sábado, mayo 18, 2024

Juan Carlo Naya: “Hay muchos actores y actrices que tenemos una carrera, que no tenemos un buen representante y que estamos absolutamente olvidados»

Texto: Sandra Cuenca/ Fotos: J.C.N. y Antonio Cuenca

Es un placer entrevistar a actores de “toda la vida”, actores a los que recuerdas con mucho cariño y a los que viste en el teatro en plena adolescencia. Yo vi a Juan Carlos en la obra “Los ochenta son nuestros”, junto a Luis Merlo, Amparo Larrañaga e Iñaki Miramón, entre otros, de esa obra, basada en la novela de Ana Diosdado, guardo muy buenos recuerdos.

El actor Juan Carlos Naya lleva más de 40 años dedicado al mundo de la interpretación y, a día de hoy, no ha dejado de disfrutar de lo que sigue siendo su pasión. Le recordamos por personajes como el joven Tonet, en la serie “La Barraca”, famosa novela de Vicente Blasco Ibáñez y le vimos en obras como “El Mar y el tiempo” de Fernando Fernán Gómez. Quiero empezar la entrevista recordando con él como fueron sus comienzos, “fue una época muy agradable donde pasaron muchas cosas juntas, primero murió Franco, después mi padre, es cuando paso de ser un hijo de militar a ser un artista”.  Lo primero que le pasó fue ir a una prueba que no era para él, era para una amiga suya bailaora, donde el director le preguntó si le gustaba la idea de trabajar en el teatro, Juan Carlos dijo que sí. Ahí empieza a hacer teatro infantil en el Monumental, que además, fue la primera vez que entraba en un teatro. Ese mismo director le ofreció hacer el “Retrato de Dorian Grey”, en el teatro Lara, “yo no sabía quién era Dorian Grey ni Oscar Wilde, pero dije que sí”.  A partir de ahí recuerda que todo le llegó muy rodado y le llamaron para una primera película, luego hizo “La Barraca” y ya no ha parado. “Recuerdo todo aquello como muy bonito, pasé de un mundo triste, apagado y muy militar para de repente juntarme con lo mejorcito”.

Has hecho cine, has participado en series de televisión y te has subido a muchos escenarios de teatros, he leído que, ante todo, te sientes un hombre de teatro…

Fundamentalmente he hecho muchísimo teatro, es para lo que más me han llamado, es decir, de vez en cuando me han llamado para hacer un papelito en una película o para un capítulo de alguna serie y en el teatro he hecho todos los protagonistas del mundo. Tuve una época, sobre todo en el Teatro Español, en la que estuve doce años seguidos haciendo papeles protagonistas, ya sabes que Agustín Trialasos era mi representante, pero no un representante al uso, él era periodista. A través de mis trabajos en teatro la gente me iba conociendo, me refiero a los profesionales como directores y productores, por lo que siempre he tenido más ofertas de teatro que de cine. Antes, en el Teatro Español estabas con una función un año y medio, no es lo mismo que ahora, ahora te aprendes un texto para hacer tres bolos, hace años compensaba.

Una imagen del actor, hace unos años, en el camerino del teatro.

¿Qué ha significado el teatro en tu vida?

Para mí el teatro ha significado, francamente, una manera de vivir. Yo pillé la época de la Movida Madrileña, en la que si yo no hubiera tenido una disciplina diaria porque estaba trabajando, seguramente ahora no estaría aquí. El teatro me ha dado disciplina y me ha dado maneras de convivir, en La Venganza de Don Mendo éramos cincuenta personas en un escenario todos los días, aquello no era fácil. También me ha dado, por supuesto, mucha cultura, es decir, a base de leer teatro y de interpretarlo, de descubrir palabras nuevas y de hacer teatro clásico, mi léxico se ha enriquecido. Esa disciplina que te da el teatro ha sido muy importante, yo sabía que todos los días tenía que estar preparado y tener la voz en perfectas condiciones. En esos doce años que estuve en El Español, que además compaginaba con el teatro infantil y con un par de radios, que también anduve haciendo “País de Locos” con Reyes Monforte, era fundamental que tuviera una capacidad física muy buena para poder trabajar, en esos doce años no falté ni un solo día al teatro. Una vez me rompí unos tendones de un pie y seguí trabajando cojo, por eso digo que lo de la disciplina diaria junto con tener que trabajar todos los días y tener que estar bien físicamente, ha sido muy bueno para mi vida de gamberro.

De todos los personajes que has interpretado, ¿hay alguno que recuerdes con más cariño?

Recuerdo dos, fundamentalmente. Uno fue el Príncipe Constante, de Calderón de la Barca, que fue un montaje que me ofreció Vergel para hacer en Mérida. Pero yo estaba haciendo “Los ochenta son nuestros” y en aquel momento estaba muy cómodo rodeado de gente joven, disfrutaba de todo, y aquel texto inmenso me pareció casi inalcanzable. Fui a verlo a Mérida, lo hizo Pedro Mari Sánchez y me quedé fascinado, además de sentir una enorme tristeza por no haberlo hecho. Sin embargo, Gustavo Pérez Puig  accedió al Teatro Español y le pidió a Vergel que hiciera “El Príncipe Constante” y me lo volvió a ofrecer. Tuve la oportunidad de entrar en El Español con ese pedazo de texto y en el papel de protagonista, eso para mí significó un cambio en mi carrera ya que no había hecho casi nada de teatro clásico, ni había sido protagonista y mucho menos en el Teatro Español. Aquello fue una función inolvidable, y eso que Vergel era un director muy duro. Y después, se sucedieron una serie de títulos que, más o menos, en casi todos hacía de galán, dramas románticos como El Tenorio o Las Mocedades del Cid. Hasta que pude hacer La Venganza de Don Mendo, que era un personaje absolutamente maravilloso, que con solo decirlo ya tenías el éxito asegurado. Pude, de alguna manera, demostrar que también podía ser un actor cómico, aquello me funcionó y me dio muchísima alegría, escuchar las risas del público hizo que fuera un papel inolvidable. Así que, Don Mendo y el Príncipe Constante.

Juan Carlos reconoce que el teatro le ha dado, sobre todo, disciplina.

En tu carrera de actor, ¿qué te ha enseñado esta profesión?

Bueno, fundamentalmente a sobrevivir sin trabajar, es decir, esta es una profesión en la que tienes un año bueno y a continuación uno malo, eso nadie nos lo enseña en esta profesión. En ese año bueno cobras dinero y hay gente que decide gastarlo en un casoplón, por ejemplo, llega el año siguiente que es muy malo y tienes que hacer cajas e irte. Por eso creo, que en esta profesión uno tiene que tener claro que va a trabajar dos meses y parar tres, por lo que hay que aprender a subsistir sin depender, en ningún caso, de los caprichos. Hay que mantener una vida medianamente regular, poder administrar lo poco que, muchas veces, se tiene en este trabajo. De alguna manera sé que me ha enseñado a vivir, a vivir sin quedarme en la fantasía del artista, porque hay mucha gente que se queda atrapada en esa fantasía y luego lo pasa muy mal. Yo tuve una época en la que hice mucho doblaje y se ganaba mucho dinero, en algún momento pensé que aquello era jauja, hacía siete convocatorias al día. En aquella época yo tenía 23 o 24 años y ganaba cien mil pesetas al día, imagínate, aquello podría haberme llevado a un desvarío y el mundo del teatro me enseñó que no.

Actualmente, ¿cómo ves el panorama cultural? ¿Cómo se vive siendo actor?

Pues mira, desde que yo empecé en esto, hace ya 40 años, siempre ha estado en crisis. Creo que aquí hubo un problema, en su momento se subvencionaron muchas cosas, por lo que los precios de las entradas estaban tiradas de precio y después, cuando ya no había dinero para cultura en los ayuntamientos, las compañías no podían subir una entrada de 3€ a 20€, se han cometido mucho errores. Pienso que la cultura en este país está un poquito olvidada. Con la pandemia nos hemos dado cuenta de la falta que nos hace la cultura y de lo que nos ayuda en nuestra vida diaria. Evidentemente, las cosas han cambiado mucho, en mi época éramos trescientos actores, los medios que había eran TVE, la 2 y los teatros por los que se hacían giras, hoy, entre las plataformas digitales, las redes sociales, las series de internet y los canales de pago, hay un montón de trabajo. EL otro día oí una noticia, que no hay actores de doblaje, que faltan porque hay que doblar muchísimas cosas, y digo yo, que todos los actores que tenemos una edad, nos podían llamar. Sin embargo, lo que hacen es hacer un cursillo a un chaval rapidísimamente, le cobran un dineral por esa formación para luego hacer una grabación de mala calidad. Antes nos conocíamos todos y, ahora, como dice Ana María Vidal, veo series en televisión donde hay chavales que, evidentemente, no conozco, pero es que hay gente de mi edad, que tengo 63 años, y que no he visto en mi vida. Luego, aquí, entre los directores de  casting y los representantes que más o menos llevan a una gente fabulosa, se reparten todo el pastel. Hay muchos actores y actrices que tenemos una carrera, que no tenemos un buen representante y que estamos absolutamente olvidados. Todo ha cambiado mucho, pero creo que para bien, hay muchísima más gente preparada, más gente que quiere dedicarse a esto  y que se la juega dedicándose a esta carrera.

Juan Carlos en una foto junto a María Kosty y Valentín Paredes.

Juan Carlos es de los actores a los que le gustaría jubilarse sobre un escenario, aunque el mismo reconoce que ahora no trabaja mucho. Ha tenido un par de episodios de infarto y además cree que el tiempo te va amontonado. Una vez al año o cada dos años se hace un «Tenorio» en Guadalajara, lo que le supone volver a estudiar, aunque le digan que se lo sabe, y encontrarse con el público, que para él es algo maravilloso. Ahora está rodando una serie de mediometrajes para el Colegio de Psiquiatría de Madrid, en los que hace personajes acordes a su edad con hijos y nietos, sabe que rueda con otra tranquilidad, porque tiene claro que a estas alturas ya no tiene que demostrar nada, sabe cómo se hace cine, como se mira y como se emociona uno. Se llama “Enemigos Íntimos” y es una serie de casos psiquiátricos, hechos para proyectarlos en convenciones y comentarlos después. No es un documental  sobre enfermedades psiquiátricas, sino  que son pequeñas películas en las que se cuentan casos de gente con problemas que actualmente existen. Ya está montado y terminado, seguramente se estrenará en redes sociales y en convenciones de psiquiatría, además de ir a algún festival, seguro. Además, está preparando un monólogo sobre Cervantes que le escribieron hace dos años, pero que por la pandemia no se pudo hacer, ahora si lo va a hacer. “El monólogo de Cervantes es un proyecto que para mí es importantísimo, es un monólogo espectacular. Se han hecho documentales, pero no hay ninguna película, ni se sabe lo que pensaba de sus coetáneos, ni qué le pasó, ni cómo vivió, ni la ruina que tuvo, ni por qué se enfadó, ni por qué escribió. Quiero decir, que toda esta información está un poco perdida y creo que es mucho más importante que su vida en sí”.  Este proyecto le tiene muy ilusionado, no lo puede ocultar, se le nota cuando habla de ello, pero tiene claro cuáles son  sus límites, límites que no tienen por qué alejarle de su profesión que tanto ama. “Llega una edad en la que el teatro te retira, porque tener esa salud que tenías antes es imposible. Pero seguir trabajando en papeles pequeños, hacer rodajes, hacer alguna serie y algún papel pequeño en el teatro, a mí me gustaría mucho, es donde realmente, los que tenemos vocación, somos felices de verdad. Para mí no hay nada en la vida que me compense más que poder salir todos los días de casa a trabajar”, reconoce el actor. Todos queremos seguir viendo a Juan Carlos Naya como actor y si es sobre un escenario en el teatro, mucho mejor. No debemos olvidarnos de grandes actores como él, porque marcaron una época en la que sus trabajos sirvieron para los que vinieron detrás.  

Naya, a sus sesenta y tres años, sigue ilusionándose con cada proyecto que hace.

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